El mejor villancico jamás escrito es la síntesis de Las uvas de la ira que hizo Bruce Springsteen en The ghost of Tom Joad. Cada año pienso cómo huir de la corriente que te arrastra a celebrar la Navidad haciendo lo contrario de lo que predicaba el hombre —austeridad— de quien celebramos el nacimiento. Y, fracaso. Cada año.

Sin embargo, he descubierto que hay un patrón de los propósitos incumplidos. El poeta Samuel Johnson (1709-1784), a quien el mundo debe el primer diccionario de la lengua inglesa y que, sin embargo, se pasó la vida haciéndose propósitos e incumpliéndolos. Levantarse temprano, estudiar más o moderar la ingesta de comida y alcohol. “He pasado 55 años en propósitos fracasados”, escribió el día de su cumpleaños en 1764.

Ya no sé si es verdad aquello de “yo nunca trabajo porque hago lo que me gusta” o, como dice Petersen, “haz lo que te gusta, y seguirás trabajando todos los días durante el resto de tu vida”

Uno de los propósitos de la vida moderna es trabajar menos. Anne Helen Petersen, autora de Cómo los millennials se han convertido en la generación quemada, lamenta que “hay muchos millennials (y gente mayor) que han interiorizado el mantra de Steve Jobs: lo deseable es hacer carrera en un trabajo cool, hacer lo que te gusta es lo más gratificante. Así es como se incentiva el exceso de trabajo”. Paradigma Jobs que siempre me he creído y que empiezo a poner en duda. Ya no sé si es verdad aquello de “yo nunca trabajo porque hago lo que me gusta” o, como dice Petersen, “haz lo que te gusta, y seguirás trabajando todos los días durante el resto de tu vida”.

Quizás las máquinas no nos han liberado del pecado original, sino que nos han esclavizado. Esto cuando no nos quitan el trabajo. De modo que debemos hacer lo que las máquinas no saben hacer. Debemos hacer lo contrario de lo que marcan los tiempos. Como ese reloj del sur de Evo Morales. Ya lo saben. Las agujas del reloj se mueven de izquierda a derecha porque son el equivalente a los mástiles de los antiguos relojes solares, que proyectaban una sombra que iba recorriendo una circunferencia, por el movimiento de rotación de la Tierra. En el hemisferio norte, claro. En el sur, las sombras giran al revés. Y, por eso, algunos países del sur ven el reloj como un ejemplo de dominio cultural del norte. Y, por eso, en Bolivia se creó en 2014, bajo la presidencia de Evo Morales, el Reloj del Sur. Que va al revés.

Abandonar, cuando se hace bien, en realidad te permite alcanzar tus metas más rápidamente

Pues intentemos ir al revés. Y quizá debemos empezar a renunciar a cosas en un tiempo en que hemos glorificado la persistencia, el no abandonar. De hecho, en algunos sitios, renunciar ya es moda. Lo han hecho supuestamente 40 millones de americanos que dejaron su trabajo en busca de otro mejor. O gente que elige hacer menos cosas. Hay una jugadora profesional de póquer y científica en el área de la tecnología para la toma de decisiones, Annie Duke, que ha escrito el libro Quit: the power of knowing when to walk away, donde sostiene que, en muchos casos, el no renunciar a nuestros objetivos —ya sean profesionales o personales— en realidad nos bloquea. Dice que abandonar, cuando se hace bien, en realidad te permite alcanzar tus metas más rápidamente. Sobre todo cuando lo que se ha empezado no vale la pena, claro. Pues eso, déjalo ya.

Y si no, siempre queda otra filosofía de vida. El propósito que Johnson sí cumplió, aunque nunca lo escribió: el propósito de seguir haciéndose propósitos. Que, al fin y al cabo, es lo que da sentido a la vida. Si no, ¿de qué? Feliz, y poco atolondrado, 2023.