Perú, que llegaba eliminado a la última jornada del Grupo C del Mundial de Rusia, gana con solvencia contra una Australia que también dice adiós (0-2). Los sudamericanos rompen una racha de 36 años sin marcar en una Copa del Mundo y se despiden del torneo con una sonrisa por el juego y las sensaciones.

Carrillo hace historia

Era una cuestión de honor para Perú. Los australianos, sin embargo, llegaban vivos al partido. Necesitaban una carambola de resultados para eliminar a Dinamarca. Y lo han intentado sin tener la pelota porque los peruanos no han renunciado al estilo que ha acumulado elogios en los primeros días de competición.

La convicción del seleccionador Ricardo Gareca ha tenido premio a los 17 minutos, cuando el delantero Paolo Guerrero ha asistido a André Carrillo para que este hiciera uno de los goles del Mundial. El 0-1, además, servía para romper una sequía de 36 años. Perú estaba de fiesta y se lo merecía. En cambio, Australia seguía apagada, sin trenzar jugadas de ataque ni generar ocasiones.

El resultado presuponía que los australianos, para apurar sus opciones, tenían que dar un paso adelante. Pero han vuelto a pecar de falta de creatividad, como los pasó contra Francia y Dinamarca. Jugaban contra sus limitaciones cuando el 0-2 los ha empujado al precipicio.

El capitán Guerrero, después del descanso y con fortuna, ha hecho más grande la herida con un remate cruzado desde la frontal del área pequeña. Australia tenía que intentar un imposible. El seleccionador Bert van Marwijk ha dado la oportunidad al veterano delantero Tim Cahill, que ha participado en su cuarto Mundial. Este cambio y el del joven Daniel Arzani le han cambiado la cara al equipo.

Las ocasiones han empezado a caer como fruta madura, sobre todo a pelota parada. Pero el paso de los minutos era la anestesia más potente contra la ilusión de una remontada que se escapaba. Los mediocampistas Mike Jedinak y Aron Moy pasaban desapercibidos en el tramo de más actividad en el área sudamericana. Las ocasiones pasaban por el lado de los guantes del portero Pedro Gallese.

Perú se entregaba al contragolpe cuando el partido entraba en el desgobierno de las idas y venidas. Australia se sabía eliminada y corría por inercia. Poco a poco, llegaba el final de un partido que también será el final de una generación. Los minutos eléctricos de Arzani son una ventana a la esperanza para un país que cada vez vive el fútbol con más fuerza.

Los sudamericanos, protegidos por su afición, ponen punto y final a unos días donde se han ganado el respeto del Mundial con más juego que resultados. Gareca, a pesar de la eliminación, puede estar muy contento con un grupo que promete dar guerra en el futuro.