Volkswagen no lleva años siendo una de las marcas más vendidas en Europa y en uno de los auténticos dominadores de las carreteras del viejo continente precisamente por casualidad. El fabricante alemán ha sabido siempre adaptarse a las diferentes circunstancias del mercado y sortea seguramente mejor que otras marcas las diferentes crisis.

En este sentido, no es que sea precisamente casualidad que el fabricante alemán se agujeros que más está apostando para ampliar poco a poco su gama de eléctricos en las carreteras europeas, entre otras cosas porque sabe que, por mucho que hoy en día este tipo de modelos no reinan en buena parte de los mercados europeos, dentro de unos años sí que van a ser los auténticos protagonistas.

 

Al margen de la llegada y la implantación de los eléctricos, uno de los principales motivos de preocupación de la marca alemana se comadre inmensa mayoría de fabricantes que tienen peso en Europa es la entrada del juego de la futura normativa Euro 7, una normativa que no habrá otra cosa que apretar aún más las tuercas o los fabricantes de lo que se refiere a sus modelos con motor de combustión.

El Volkswagen Polo está en el punto de mira

No han sido pocos los fabricantes que ya están pidiendo a gritos que se retrase la entrada en juego de esta normativa, que en teoría está programada para que entre en vigor en julio de 2025.

Los motivos y las quejas de la inmensa mayoría de marcas es que, una vez esta normativa entra en vigor, deberán adaptar buena parte de la gama de motores de sus modelos más compactos, entre ellos utilitarios como es el Volkswagen Polo, el Skoda Fabia o el Seat Ibiza en el caso del Grupo Volkswagen.

Y es precisamente ese proceso de adaptación de sus gamas mecánicas lo que acabaría provocando que su precio fuera más elevado al final y que, por lo tanto, se quedarán con muy poco margen de mercado.

 

Es por eso que, más allá de intentar retrasar la puesta en vigor de esta normativa, en Volkswagen ya han tomado algunas decisiones respecto al Polo, y una de ellas es la de dejar de fabricarlo en la fábrica española de Navarra a partir del 2024 y centrar su producción en Sudáfrica.

Falta saber nada ahora hasta qué punto este movimiento que ayudará a la marca alemana a reducir costes no es más que el anticipo de un adiós definitivo de un modelo que, si bien es cierto que los últimos tiempos ha perdido mucho peso en cuanto a ventas, no deja de ser uno de los iconos de Volkswagen en Europa.