No eran pocos los que estaban esperando una de las presentaciones más importantes de Mercedes en los últimos años, el nuevo Mercedes Clase G en su versión 100 × 100 eléctrica.

Cómo está ocurriendo en tantos otros fabricantes, en la marca alemana han decidido dar el paso y convertir al que es toda una referencia entre los todo terrenos en un modelo 100 × 100 eléctrico, aprovechando las evidentes diferencias de mecánica entre un modelo de estas características de un modelo de combustión que, en algunos casos, acaban favoreciendo los modelos eléctricos.

 

Sin embargo, este modelo de Mercedes tiene un punto crítico que, especialmente para aquellos que sepan que van a querer disfrutar de este modelo en su versión más todoterreno, intentando conducir por terrenos realmente complicados, le resta muchos puntos. O al menos es algo a tener muy en cuenta antes de comprarlo.

El Mercedes Clase G eléctrico es muy top, pero tiene un inconveniente muy serio

Por mucho que cuente con cuatro motores eléctricos con reductora, con chasis ultra-rígido y con un nuevo sistema de avance autónomo que lo convierten en una de las mejores opciones en su segmento, la batería acaba siendo un problema serio, y no precisamente por su autonomía, sino por su ubicación y por su tamaño.

Como en todos los coches 100 × 100 eléctricos, la enorme batería de este Mercedes se sitúa en la parte más baja del coche, la parte que está más cerca del suelo. Es por eso que, teniendo en cuenta que se trata del elemento clave de estos coches y que este modelo está pensada para ser un todoterreno, el fabricante alemán la ha protegido con materiales muy duros. El problema en este caso es que está sobre protección acaba derivando en un mayor volumen por parte de la batería, lo que deriva a su vez en un ángulo ventral que no es propio de un todoterreno.

 

Este caso este ángulo se queda por debajo de los 21 grados, lejos de los 26 que tiene la versión de combustión y que lo deja por debajo de algunos SUV de su tamaño pero no pensados para ser todoterreno como son el Volvo XC90.

Este ángulo tan bajo puede acabar provocando que, en según qué momentos en qué terrenos, la batería acabe tocando el suelo e impidiendo el avance del coche, un problema realmente serio para un modelo de estas características.