Las marcas chinas de automóviles están reconfigurando el equilibrio del mercado europeo con una estrategia de expansión global que ya empieza a mostrar sus consecuencias. Empresas como BYD, Chery, Great Wall Motor, OMODA o JAECOO no solo han desembarcado en Europa con catálogos extensos de modelos híbridos enchufables y eléctricos, sino que ahora apuntan también a África como nueva plataforma industrial y comercial. Esta doble ofensiva —comercial y productiva— pone en entredicho la capacidad de reacción de los fabricantes tradicionales.
En Europa, BYD ha consolidado su presencia con productos competitivos en tecnología y precio, respaldados por una elevada integración vertical que reduce los costes. Modelos como el Dolphin Surf o el Seagull han llegado al mercado con precios muy por debajo de la media del segmento, generando una presión directa sobre las tarifas europeas. Pero lo destacable en este caso es que la ofensiva no se limita a Europa: África se perfila como un nuevo escenario clave para consolidar producción y distribución.
Sudáfrica, Namibia y Botsuana ya acogen operaciones comerciales de marcas como Chery, OMODA y JAECOO, y se preparan próximas incursiones en Zambia y Tanzania. La estrategia pasa por ofrecer vehículos electrificados —PHEV o eléctricos puros— con precios que no superen los 19.300 euros, manteniendo prestaciones equiparables a modelos de marcas tradicionales. Esta política de precios responde a las características del mercado africano, donde el bajo poder adquisitivo convive con un creciente interés por soluciones de movilidad modernas.
África como trampolín industrial hacia Europa
El siguiente paso de los fabricantes chinos es trasladar parte de su producción al continente africano. Chery ya ha declarado que estudia establecer su propia planta en Sudáfrica o alcanzar acuerdos con socios locales. BYD y Great Wall Motor siguen estrategias similares, aprovechando el marco de ayudas gubernamentales para impulsar la fabricación nacional. En paralelo, se espera la incorporación de otras marcas relevantes como DongFeng, Leapmotor, Dayun o Changan, ampliando el bloque asiático en el continente.
África representa una oportunidad estratégica no solo por su mercado interno, sino también como plataforma de exportación. Las restricciones impuestas por Europa y Estados Unidos a las importaciones desde China han derivado en una deslocalización industrial táctica. Con más de mil millones de habitantes y una demanda creciente, el continente africano ofrece un entorno favorable para reducir costes logísticos y esquivar las barreras comerciales del mercado europeo.
Chery ya ha calificado a Sudáfrica como pieza clave para su expansión global, destacando su infraestructura y posición geográfica como puerta de entrada al continente. Esta lógica industrial multiplica la amenaza que supone la expansión china: no solo se compite en precio y tecnología, sino también en cercanía productiva y agilidad de distribución. Europa se enfrenta así a una reconfiguración del mapa automovilístico en la que las marcas chinas están posicionándose como actores principales, tanto desde dentro como desde sus nuevas bases en África.