Como bien saben aquellos que cogen el coche a diario y, sobre todo, los que lo hacen por autopistas y autovías en los que las velocidades suelen ser mucho más altas que en ciudad, la DGT ha implementado desde hace ya muchos años los radares, un sistema que permite detectar si un coche va a una velocidad superior a la permitida y, por lo tanto, aplicarle la sanción pertinente.

Cuentan desde la Dirección General de Tráfico que, si bien es cierto que son muchos los conductores que sabes muy bien dónde están los radares y, por lo tanto, tan solo optan por respetar la velocidad permitida en los puntos en los que saben que puede saltar un radar, la inmensa mayoría de los conductores optan por ir a por la velocidad permitida, lo que ha ayudado en gran parte a que se reduzcan el número de accidentes y víctimas mortales en las carreteras de nuestro país en los últimos años.

Cabe tener en cuenta, eso sí, que el hecho de colocar un radar en un punto estratégico es algo que las autoridades que lo hagan lo deben hacer de forma más que correcta y siguiendo las normativas claras y precisas que llegan desde la Unión Europea, entre otras cosas porque, en caso de cometer un pequeño fallo a la hora de instalarlo y no seguir ciertas indicaciones, las fotos o las pruebas que aporten ese radar en concreto a la sanción pertinente pueden ser recurridas y, por lo tanto, la sanción puede acabar en nada.

Una incorrecta instalación de un radar puede acabar en una sanción

Precisamente fue hace apenas unos años cuando un conductor decidió recurrir una de las multas que le había llegado precisamente por ese motivo, porque consideraba, con razón tal y como demostró después la Unión Europea, que el radar que le había fotografiado superando la velocidad permitida no estaba correctamente instalado según las directrices que marca la institución europea.

Es más, desde la DGT ya han apuntado en más de una ocasión que han sido muchos los usuarios que han intentado recurrir sus multas por exceso de velocidad basándose en este argumento, lo que en algunos casos ha provocado un cierto colapso en el sistema de la Dirección General de Tráfico, aunque en la inmensa mayoría de los casos este tipo de recursos no llegan a un puerto porque, a excepción de algunos pequeños fallos, la inmensa mayoría de radares instalados en nuestro país cumplen evidentemente con las normativas y exigencias que llegan desde la Unión Europea.

Como no podía ser de otra forma, la mejor manera de ahorrarse un problema de estas características es, especialmente por parte de los conductores, respetar siempre la velocidad máxima permitida en cada vía, de tal manera que no llegará ningún tipo de sanción que pueda recurrirse o no.