A medida que avanza la primavera hay más alérgicos en las ciudades que rebosan de gramíneas, como Barcelona,  lo que les hace estornudar y lagrimear sus ojos, especialmente en la bolsa al ver un cierre de mes tan vestido casi al completo de rojo en las pantallas del Ibex, algo que ha hecho de Arcelor Mittal una valiosa excepción.

Subió el déficit público al 1,17% en febrero y al 5,2% en el conjunto de 2015, una cifra no muy alejada de las expectativas del mercado al igual que una inflación interanual del -0,8% en enero que no ha impedido un crecimiento del consumo, en España, sino al contrario.

Estos elementos no han movido hoy el mercado mientras esperaba la evolución del empleo en EE.UU. mañana, con un Dow Jones muy sereno, sino a consideraciones un poco más generales.

Por ejemplo, Wall Street y los mercados europeos han bifurcado, noticias que allí son buenas, como el comportamiento del mercado de petróleo, aquí lo son ahora muy relativamente, con una conclusión: las bolsas europeas han dejado de ser las preferidas en las carteras globales.

Y si, como consecuencia, el peso del dólar gana incluso como moneda de reserva, lo más llamativo de este primer trimestre de 2016 es el ascenso del 16% del precio del oro, su mayor subida desde 1986, que revela hasta qué punto nadie sabe dónde tiene la mano izquierda y la mano derecha. En nuestro caso, la situación es paradigmática, total. Y nada para reflejar eso como la bolsa. Ya la definió hace un tiempo José de la Vega, alguien más famoso en su tiempo que Messi, que la juzgó casi para siempre "confusión de confusiones".