El 'no' del Parlamento de Valonia al CETA -el tratado de libre comercio con Canadá- impide a Bélgica, como Estado, firmar el pacto y podría provocar de rebote que se tuviera que suspender una importante reunión entre las autoridades europeas y Canadá prevista para este jueves. Hoy mismo el primer ministro belga ha admitido que "no estamos en disposición de firmar el CETA", aunque los otros 27 socios de la UE sí que lo quieren firmar.

En Bélgica, los parlamentos regionales tienen que dar su autorización al gobierno federal para firmar acuerdos como éste. Por eso, aunque los flamencos, la comunidad germanófona y también el gobierno federal han dicho que 'sí'; los francófonos y la misma ciudad de Bruselas han rechazado el acuerdo. Valonia es la región francófona de Bélgica, y tiene 3,6 millones de habitantes, de un total de más de 11 millones, y es más desfavorecida económicamente que el resto del país.

El CETA hace más de 7 años que se está gestando y prevé la eliminación de casi la práctica totalidad de los aranceles por el comercio entre Canadá y la Unión Europea. Sus defensores aseguran que aumentaría en un 20% los intercambios entre Europa y Canada, sin embargo, el gobierno valón pide que el acuerdo cuente con una mayor protección del derecho laboral, medioambientales y de los consumidores, y aseguran que no se encogerán delante de las presiones de los mandatarios europeos y de Canadá.

Tensiones entre Flandes y Valonia

Mientras Valonia se mantiene firme a las presiones y asegura que no quiere ultimátums, después de votar 'no' al acuerdo y de romper las negociaciones con los canadiense el pasado viernes, sus homólogos flamencos critican su decisión. El primer ministro de la región de Flandes, Geert Bourgeois, asegura que es una "verdadera vergüenza" y que todo el mundo "se ríe de ellos". "Es malo para Valonia, Flandes, Bélgica, para Europa y para el mundo entero", asegura Bourgeois. Flandes tiene casi el doble de habitantes que Valonia y cuenta con gran parte del poder económico del país.

El texto del CETA se negoció de 2009 a 2014 y prevé la eliminación del 98% de las tarifas comerciales entre Canadá y la Unión Europea. Por eso, los defensores aseguran que incrementaría un 20% el intercambio entre las dos regiones. Los críticos, en cambio, aseguran que el acuerdo pone en riesgo la normativa europea sobre los productos, protege a las grandes empresas y reduce la soberanía de los Estados y regiones.

Catalunya, contra el CETA

Los eurodiputados catalanes Josep Maria Terricabras, Ernest Maragall y Ernest Urtasun enviaron la semana pasada una carta conjunta a la comisaria de comercio de la UE, Cecilia Malmström, informando que el Parlament de Catalunya, en una votación el pasado 6 de octubre, también se mostró en contra de la firma del CETA y pidió detener las negociaciones del TTIP, el acuerdo entre la UE y los Estados Unidos.

El primer teniente de alcalde de Barcelona, Gerardo Pisarello, se manifestó el jueves en Bruselas en contra del CETA, junto con otros representantes municipales de toda Europa, y dio el apoyo de Barcelona a Valonia. Pisarello aseguró que criticar el CETA es "reivindicar la soberanía municipal", ya que, según él, el acuerdo negociado con Canadá pone en riesgo el pequeño y medio comercio y la independencia de los ayuntamientos. A diferencia de Valonia, sin embargo, ni Barcelona ni Catalunya tienen poder de veto en la firma del CETA, y España está a favor.