Trump no va tan mal como puede parecer, aunque la "resistencia" civil aumenta y se organiza. El ruido de la resistencia puede ocultar señales favorables al presidente entre los ciudadanos de los EE.UU. Todo índice sobre Trump tiene dos caras, positiva y negativa. La media de encuestas sobre su popularidad indica que el 42% está a favor y un 49,9% en contra. En cambio, las encuestas anónimas —cada vez más frecuentes— dan mejores cifras al imprevisible presidente: el 54% de los entrevistados de este modo otorga una valoración positiva a Trump.

En otra encuesta, cuatro de cada diez estadounidenses son favorables al impeachment (destitución parlamentaria del presidente). ¿Parece un buen dato? No lo es. A ese nivel de rechazo llegó Nixon 16 meses después de estallar el escándalo Watergate, que acabó efectivamente con su impeachment. Trump lleva en el cargo apenas dos semanas. La orden que restringe el acceso de ciudadanos de siete países musulmanes a los EE.UU. ha ocasionado manifestaciones en todo el país y más de 50 recursos judiciales (de hecho, está suspendida provisionalmente). Sin embargo, una encuesta de Ipsos/Reuters hecha entre el 30 y el 31 de enero pasados revela que el 49% está de acuerdo con aquella orden y el 41%, no.

En esta situación, Trump no se siente deslegitimado, ni por su carácter, obviamente, pero también dispone de "hechos alternativos" a los que acogerse para justificar su política y su actitud. Su penúltima bronca tiene que ver otra vez con las mujeres. Un reportaje acerca de un documental sobre Trump descubre que tiene preferencia por "las mujeres que se visten como mujeres", lo cual ha desatado la enésima protesta en su contra: 

Tom Nichols, profesor de Harvard y del Naval War College, recuerda en The Washington Post que el pánico constante cada vez que Trump actúa deteriora la credibilidad de los críticos y refuerza la base trumpista, que se frota las manos cuando ve a un presidente que, efectivamente, ejecuta en el cargo aquello que prometió en campaña.

"¡El presidente ha despedido a todos los embajadores! ¡Emite órdenes ejecutivas! ¡Nombra a compañeros políticos para puestos de confianza! ¡Declara que su toma de posesión es un día nacional especial! Claro que lo hace. Eso es lo que hacen los presidentes durante sus primeras semanas en el cargo. Bill Clinton, George W. Bush y Barack Obama también lo hicieron", comenta Nicholscon con cierta sorna.

La sobrereacción es permanente. Todo el mundo se tiraba de los pelos cuando el congresista por Georgia John Lewis (mítico compañero en mil batallas de Martin Luther King) anunció que no asistiría a la toma de posesión de Trump, pero nadie recordó que tampoco acudió a la de George W. Bush en 2001.

Marchas

La frescura de Trump también favorece a la llamada "resistencia", un movimiento civil de protestas más o menos descoordinadas que promete inundar las calles de las principales ciudades del país durante los próximos meses.

Tras la multitudinaria "Marcha de las Mujeres", celebrada al día siguiente de la investidura de Trump, que congregó a 4,6 millones de personas en ciudades por todo el país, numerosos grupos y organizaciones han planeado meses de protestas, que van desde manifestaciones de científicos o inmigrantes hasta otras relacionadas con los impuestos y el cambio climático.

Una de las que más participación espera es la "Marcha de los inmigrantes", el próximo 6 de mayo, a la que casi 120.000 personas han confirmado su asistencia a través de Facebook. Bajo la etiqueta #WeAllBelong ("Todos pertenecemos"), los asistentes aseguran que no serán "intimidados por los ataques contra los inmigrantes en el país y contra los que buscan oportunidades en Estados Unidos".

Las órdenes ejecutivas del presidente sobre la construcción del muro en la frontera con México y el veto temporal de entrada a ciudadanos de siete países de mayoría musulmana han acrecentado el movimiento de resistencia civil.

Trump ha señalado que respeta el derecho de protesta de los ciudadanos, pero ayer soltó otro de sus tuitazos:

"¡Anarquistas profesionales, matones y manifestantes pagados dan la razón a los millones de personas que votaron HACER A EE.UU. GRANDE DE NUEVO!"

Decenas de organizaciones, sin embargo, han prometido que seguirán la batalla y que este es solo el principio del pulso que librarán en la calle contra el presidente.

La comunidad científica estadounidense también prepara marchas en las que denunciará que el Gobierno "ignora la ciencia para perseguir agendas ideológicas que ponen en peligro el mundo", afirman los múltiples grupos organizadores en un comunicado.

Durante el Día de la Tierra, el próximo 22 de abril, una marcha defenderá las "evidencias" del cambio climático, que Trump ha tildado de "farsa", y reivindicará la ciencia como "pilar de libertad humana y prosperidad".

El investigador de la organización Centro para el Progreso de América y experto en política estadounidense Sam Fulwood ha asegurado a Efe que esta ola de protestas ha conseguido reunir y poner de acuerdo a grupos muy diferentes que defienden causas dispares.

"Lo insólito de esta resistencia civil es que nunca antes, con la excepción del segundo mandato del expresidente Richard Nixon (1973-1974), tantas protestas y marchas se habían celebrado tan pronto en el mandato de un nuevo presidente", ha dicho Fulwood.

Obamacare

Otras 40.000 personas también tienen previsto exigir frente a la Casa Blanca, el próximo 15 de abril, que haga públicas sus declaraciones de impuestos, como tradicionalmente han hecho otros mandatarios. Hasta ahora, Trump se niega a publicar esos documentos.

La defensa de la ley sanitaria de 2010, conocida como "Obamacare", que dio cobertura médica a 22 millones de personas, las políticas de planificación familiar y los derechos LGBT serán otras causas por las que se abogará en decenas de marchas en los próximos meses.

Además, el Capitolio, sede del Congreso en Washington, se ha convertido en escenario continuo de protestas y de peticiones a los representantes de los estados del país.

En reacción a las protestas, el expresidente Barack Obama ha dicho que se siente "alentado" por el compromiso social visto en el país contra las medidas migratorias adoptadas por Trump, según informó el pasado 30 de enero su portavoz, Kevin Lewis, en un comunicado.

"Ciudadanos ejerciendo su derecho constitucional de reunión, organización y haciendo que sus voces sean escuchadas por los cargos electos. Es exactamente lo que esperamos ver cuando los valores estadounidenses están en peligro", agregó Lewis, en la primera declaración de Obama tras dejar la Casa Blanca.