La respuesta más estereotípicamente americana de todas: más armas para defenderse de las armas. Esta es la solución que ha propuesto en las últimas horas Donald Trump. El expresidente de los Estados Unidos asistió este viernes a la fiesta del rifle, certamen que se celebró en Houston (Texas), a tan solo cuatro horas en coche de Uvalde, población donde tuvo lugar el último school shooting que ha vivido el país. Tres días después de que un joven de 18 años acabara con la vida de 19 niños y dos profesoras en un tiroteo que ha sacudido nuevamente la moral del país y que ha vuelto a poner sobre la mesa el debate sobre las armas de fuego en EE.UU. Su propuesta: convertir los centros educativos en un fortín y armar a los profesores para que estos se puedan defender de futuras masacres. También propuso confinar a las personas con trastornos mentales y construir infraestructuras con muros exteriores para que “el objetivo más difícil de nuestro país sea una escuela”. “Tenemos que hacer que sea más fácil encerrar a los violentos y perturbados”, añadió Trump. Según él, el hecho de que las escuelas estén designadas como zonas donde está prohibido portar armas representa una invitación a que algunas personas vayan a hacer tiroteos.

Trump, que pidió a los socios de la Asociación Nacional del Rifle a ayudar a que los republicanos vuelvan a hacerse con el control del Congreso de los Estados Unidos, acusó a los demócratas a “politizar” el tiroteo de Uvalde. Según él, la matanza de esta semana arremetió contra los “grotescos esfuerzos” del Partido Demócrata para controlar la venta de armas. "Las políticas de control de armas impulsadas por la izquierda no habrían hecho nada para evitar ese horror; absolutamente nada", afirmó el exmandatario. Por contra, opinó que la solución pasa por colocar detectores de metales en los accesos de los colegios y construir puertas que puedan bloquearse desde el interior para impedir "el acceso de intrusos". El expresidente, varias veces ovacionado en el evento, comenzó su intervención lamentando la masacre, que calificó de "atrocidad salvaje", y leyó el nombre de las 21 víctimas con el sonido de campanas repicando de fondo.

Trump atribuyó toda la culpa a la salud mental del atacante, obviando el papel de las armas en el tiroteo. "El monstruo que cometió este crimen es pura maldad, pura crueldad, puro odio", expresó. El republicano hizo un fuerte alegato en defensa de la Segunda Enmienda de la Constitución, que consagra el derecho de los estadounidenses a poseer armas, y arremetió contra los demócratas por "utilizar las lágrimas de las familias" para pedir un mayor control de armas. "Cada vez que una persona perturbada o demente comete un crimen tan horrible, siempre hay un esfuerzo grotesco por parte de algunos para utilizar el sufrimiento para promover su agenda política extremista", añadió.