Tres personas murieron anoche y tres más resultaron heridas en la explosión de una bomba al sur de la ciudad indonesia de Surabaya, horas después del atentado suicida contra iglesias de esta localidad que causó 17 muertos, informó la Policía.

La explosión ocurrió en un apartamento situado cerca de una comisaría de policía en Siduarjo, a unos 11 kilómetros al sur de Surabaya, indicó el portavoz de la policía de la provincia de Java Oriental, Frans Barung Mengera. La vivienda era habitada por una familia de 6 personas, un matrimonio y sus cuatro hijos.

El portavoz de la policía indicó que tras la explosión, en la que murió la mujer y uno de los hijos, las fuerzas de seguridad acudieron al piso y encontraron al padre sosteniendo el interruptor de un explosivo, por lo que fue abatido.

La Policía investiga si la explosión fue debida a un error y la pareja pretendía atentar en otro lugar, además de las posibles conexiones con los atentados ocurridos durante la misa del domingo por la mañana.

Esos ataques a tres iglesias, perpetrados por una familia que había regresado de Siria y reivindicados por el Daesh, son el peor atentado contra esta minoría en Indonesia desde el año 2000.

El padre de familia se suicidó al explosionar el artefacto que llevaba en su coche en la entrada de una iglesia pentecostal, y los dos hijos mayores, de 16 y 18 años, se adentraron en una iglesia católica en moto portando un explosivo.

El tercero de los ataques se produjo en una iglesia protestante en el que la madre se inmoló junto a sus dos hijas de 9 y 12 años.

Entre los fallecidos se encuentra un niño de 10 años y el número de heridos ha ascendido a 45, en un atentado sin precedentes en el país asiático por el uso de mujeres y niños.

Indonesia, un país de mayoría musulmana donde el 88 % de los más de 260 millones de habitantes practican el islam, establece la máxima alerta las semanas antes del ramadán, que comienza mañana, porque son fechas elegidas por yihadistas para cometer atentados.

El país asiático ha sufrido varios atentados yihadistas, entre ellos el perpetrado en la turística isla de Bali en 2002, que causó 202 muertos.