Aproximadamente 25 millones de shanghaineses devuelve a la normalidad después de más de dos meses sometidos a un estricto confinamiento por culpa del peor rebrote que ha sufrido la ciudad desde el inicio de la pandemia. Gritos, euforia y fuegos artificiales han acompañado esta madrugada el momento en que las restricciones más duras de la política de covid cero del gobierno chino eran oficialmente retiradas. Después de la celebración, la megalópolis china ha empezado a recuperar su vida anterior, a lo que hasta el momento es el momento más crítico de la pandemia, más de dos años después de su inicio.

Vuelve el tráfico, las personas caminando por la calle y las persianas de muchos comercios se vuelven a levantar. Sin embargo, no es una normalidad. La política de Pekín de covid cero ha estado extremadamente dura hasta el momento, y la mano de hierro afloja la presión sobre la ciudad, pero no desaparece. Todavía quedan muchos comercios cerrados, y los que abrían están limitados al 75% de su aforo. Los restaurantes todavía no pueden albergar comensales, por eso muchos ciudadanos optan por pedir para llevarse y organizar improvisados pícnics en zonas verdes del centro. De momento, gimnasios, museos o cines tampoco tienen autorización para abrir, según informa Efe.

fin del confinamiento en shanghai / Alex Plavevki / Efe
Millones de shanghaineses vuelve a pasear libremente por la ciudad / Alex Plavevki / Efe

No todos los shanghaineses vuelven a la normalidad. El 90% lo hace, hecho que quiere decir que pueden salir a la calle con restricciones sanitarias que tendrán que seguir. El resto todavía tendrá que esperar, especialmente los cerca de 200.000 que viven a las pocas áreas donde todavía se registran nuevos contagios. El último informe de contagios añadió 15 nuevos casos, muy lejos del pico de casi 28.000 de mediados de abril. A pesar de la mejora, el gobierno chino ha hecho una apuesta por una política muy autoritaria de control del coronavirus, la cual ha sido criticada incluso por la OMS, que ha dejado marca a la ciudad y de la que no se muestra dispuesto a tirar atrás.

Caos y miedo durante más de dos meses

La respuesta al peor brote de covid que ha vivido Shanghái fue apostar por la que se conoce como política de covid cero, que en la práctica quiere decir un cierre total de los habitantes, persecución de positivos y aislamientos involuntarios que en cierto momento llegó a implicar la separación de familias. Si bien la población shanghainesa recibió las medidas de forma estoica al principio, a medida que pasaron las semanas el yugo con el cual el gobierno estrechaba a los habitantes de la ciudad se hacía cada vez más insostenible. El discurso oficial de los medios estatales era ahogado por las experiencias de primera mano que quieres habitados de la ciudad compartían para Weibo (la red social china más popular). Vídeos de personas huyendo de su casa, enfrentamientos con la policía y resistencia al aislamiento de positivos han sorteado la censura de la red social y se han viralizado dentro y fuera del país.

Las imágenes de lo que sucedía a Shanghái no solo impactaba a la comunidad internacional, sino a la población china de otros lugares del Estado. Cuando en Pekín los casos de covid empezaron a crecer, en parte porque se establecieron estrictos tests obligatorios, los ciudadanos de la capital empezaron a sufrir para seguir la suerte de sus vecinos del sur. Cuando la sombra de un posible confinamiento en Pekín cierne ante los aumentos de casos, los ciudadanos corrían a los supermercados para intentar evitar la escasez de suministros que vivió Shanghái al principio del último confinamiento. De manera que la política de covid cero no solamente ha tenido un duro efecto sobre los shanghaineses, sino sobre todo el país.

Mientras, el puerto del Shanghái, de los más importantes del mundo, se veía funcionando a medio gas. La ciudad es la capital económica de China y una de las del mundo. El confinamiento extremadamente duro en lo que se ha sometido Shanghái también ha tenido un efecto dominó en el resto del mundo, que ha visto cómo uno de los principales puertos dejaba de suministrar materiales necesarios a toda su potencia. Todo en un contexto de crisis mundial por la guerra en Ucrania.