El presidente turco Recep Tayit Erdogan y su homólogo ruso, Vladímir Putin, se reunieron el miércoles en Sochi para hablar de las relaciones que atraviesan ambos países y buscar salidas a la guerra de Siria.

Entre las cuestiones que se pusieron sobre la mesa se habló de zonas "seguras" al país sirio, a pesar del escepticismo de Erdogan. Ambos mandatarios concluyeron que las negociaciones sobre el lugar dónde implantar estas zonas, según Putin, "de baja tensión", son tarea de las partes implicadas en los acuerdos de Astaná.

Ambos mandatarios estuvieron en desacuerdo al establecer zonas aéreas seguras, un tema central a la hora de explicar las malas relaciones que los dos países alcanzaron el año 2015 cuando un caza ruso fue derribado entre Turquía y Siria. Mientras Erdogan no permite que los aviones de combate rusos penetren en la frontera, Putin destaca que no lo hará siempre que no se perciba actividad militar.

Aun así, después de la reunión, Rusia levantó el veto económico y comercial que mantenía a raíz del incidente de hace dos años y confirmó la normalización de las relaciones entre ambos países.

Las negociaciones de Astaná llegan a un 'acuerdo'

La capital de Kazajistán acoge unas negociaciones donde toma parte la triple alianza militar entre Rusia, Irán y Turquía, además del gobierno de Al Assad, la oposición siria y el gobierno de los Estados Unidos. A pesar de acordar la creación de cuatro zonas seguras en la provincia de Idleb, al norte de la ciudad de Homs, en Guta Oriental (provincia de Damasco) y al sur del país, las delimitaciones exactas todavía no se han decidido y se ponen hasta el 4 de junio para decidirlo. El documento recoge esta conclusión, aunque la oposición siria abandonó la sala antes de firmar y los Estados Unidos, representados por el secretario de Estado adjunto, Stuart Jones, mostró sus "dudas" sobre el acuerdo.

Turquía, a pesar de no apoyar al gobierno de Bashar Al Assad, está a favor del pacto en unas negociaciones que se hacen por iniciativa del Kremlin y de forma paralela a las de Ginebra. La ONU, que participa como parte observadora, celebró el acuerdo.

Rusia y Turquía, una relación de intereses

Las relaciones entre Rusia y Turquía no han pasado en los últimos años los mejores momentos en cuanto a diplomacia. La guerra de Siria ha sido un factor clave a la hora de entender las relaciones que hoy en día tienen ambos países. Si al principio de la guerra se situaban en bandos opuestos, hoy se puede decir que forman una coalición, junto con Irán, para luchar contra los grupos rebeldes y el Estado Islámico. La nueva coalición no resulta positiva para los Estados Unidos, que ven como Putin prueba de subir su influencia en la zona del Oriente Medio con el aliado turco y también miembro de la OTAN. Aun así, Turquia no apoya al régimen de Al Assad.

Las mencionadas relaciones alcanzaron sus peores momentos el año 2015 cuando un caza ruso que realizaba maniobras para la guerra de Siria fue derribado en la frontera turca y el Kremlin culpó a Erdogan de los hechos. Para sumar incidentes, en noviembre de 2016 el embajador ruso en Turquía, Andrei Karlov, fue asesinado delante de las cámaras de todo el mundo. Los hechos, si en un primer momento podían desembocar en un choque entre ambos países, han acabado siendo anecdóticos y no han tenido consecuencias negativas.

Aun así, un conflicto bélico entre un miembro de la OTAN y Rusia, arrastraría a los otros aliados, entre ellos los Estados Unidos, a unirse a una batalla que nadie quiere. Con las relaciones entre ambos países en una situación crítica y una de las peores crisis humanitarias de los últimos tiempos en la zona, Rusia y Turquía parecen condenados a entenderse para salvaguardar sus propios intereses.

Las ventajas energéticas, como el proyecto Turkish Stream, la construcción de gasoducto entre Turquía y Rusia, también entran en la era de la buenas relaciones ruso-turcas. Por lo tanto, el país también ejercerá de "gran centro energético", según palabras del mismo Vladímir Putin en el marco del 23º Congreso Mundial de Energía celebrado en Estambul en el 2016. Otro elemento energético que también prevé ver la luz es la planta nuclear de Akkuyu.

Erdogan contra la UE

El presidente Erdogan ya criticó el papel de los países que forman la UE cuando tuvo el fallido golpe de estado al no defenderlo lo suficiente. También se muestra contrario al trato que se le da desde los países centro-europeos, como Holanda o Alemania, al no dejarlo hacer campaña sobre el terreno ante sus compatriotas migrantes cuando se tenía que celebrar el referéndum.

Antes de la celebración de la consulta popular hubo un intercambio dialéctico entre Merkel y Erdogan que debilitó las relaciones entre ambos países, además de la expulsión de Holanda de una ministra turca cuando se disponía a hacer campaña a favor de 'Sí'. Por lo tanto, con el trasfondo de unas relaciones con la Unión Europea hundiéndose, Turquía ha cambiado a sus aliados para acercarse a Rusia.

Si Ankara no se adentra todavía más en las relaciones con Moscú, sobre todo en materia militar, es a causa de su pertenencia a la OTAN: recientemente, Turquía mostró interés por los misiles S-400 rusos, pero la compra resulta imposible de establecer si el objetivo es el de no romper las reglas con la Alianza transatlántica.