Rusia ha asegurado este lunes que, durante la noche del domingo, sus fuerzas de defensa han interceptado casi 200 drones ucranianos en trece regiones del país. Según el Ministerio de Defensa ruso, 34 de estos aparatos habrían sido neutralizados cerca de Moscú, en lo que sería una de las ofensivas aéreas más masivas lanzadas por Ucrania sobre territorio ruso en las últimas semanas.

Como medida de seguridad, las autoridades rusas cerraron temporalmente ocho aeropuertos, dos de los cuales dan servicio a la capital: el aeropuerto internacional de Domodédovo y el de Zhukovski, más pequeño. Las instalaciones retomaron la actividad una vez que la situación se estabilizó. En la región de Briansk, fronteriza con Ucrania y Bielorrusia, uno de los drones ucranianos habría impactado contra un minibús, provocando la muerte del conductor e hiriendo a cinco pasajeros, según han informado fuentes del Ministerio de Defensa. No se han comunicado otros daños materiales o víctimas en el resto de regiones afectadas, pero Moscú ha reconocido que no ha conseguido interceptar seis de los cuarenta drones detectados en el área metropolitana.

En total, el Ministerio ruso ha detallado que sus defensas abatieron 47 drones en la región de Briansk, 42 en la de Kaluga, 32 en Tula y 10 en Kursk, mientras que los 22 restantes fueron destruidos en ocho regiones más del país. Ucrania, por su parte, no ha confirmado ni desmentido el ataque.

Los ataques rusos del fin de semana

Esta ofensiva ucraniana con drones llega solo 24 horas después de que Rusia lanzara otra oleada de ataques similares contra Ucrania. En aquella ocasión, Moscú utilizó cerca de un centenar de drones, que causaron la muerte de tres personas en Kiev y dejaron una treintena de heridos. Los intercambios de drones y misiles entre los dos países se han intensificado en las últimas semanas. Hace menos de una semana, Rusia también había ejecutado un ataque masivo sobre varias ciudades ucranianas, que provocó la muerte de siete personas —dos de ellas menores— en Járkov, además de dejar una treintena de heridos.

Según los respectivos gobiernos, estas operaciones tienen objetivos estratégicos concretos: Moscú intenta dañar las infraestructuras energéticas ucranianas, mientras que Kyiv busca afectar la industria petrolera rusa con ataques sobre refinerías y otras instalaciones relacionadas con la producción de combustible. Sin embargo, las consecuencias sobre la población civil siguen siendo importantes, a pesar de que ambas partes insisten en que no atacan directamente objetivos no militares. La guerra entre Rusia y Ucrania, que comenzó hace más de tres años y medio con la invasión rusa, sigue causando miles de víctimas, especialmente entre la población ucraniana. Los bombardeos y los ataques con drones lejos de las líneas del frente se han convertido en una constante en un conflicto que no muestra signos inminentes de desescalada.

El nuevo juguete de Vladímir Putin

En este contexto, este domingo, Rusia ha asegurado que ha llevado a cabo con éxito la prueba del Burevestnik, un misil de crucero con propulsión nuclear capaz de volar durante horas y esquivar sistemas de defensa. La noticia llega justo después de que el Kremlin haya vuelto a golpear Kyiv con uno de sus bombardeos más letales de las últimas semanas. El mandatario ruso destacó que el arma, aun en desarrollo, está impulsada por un motor nuclear y puede transportar una ojiva atómica. Según expertos en control de armas, el Burevestnik ha sido calificado de “Chernóbil volador”, ya que utiliza un pequeño reactor como fuente de energía y podría emitir restos radiactivos a lo largo de su trayecto, dependiendo del diseño y del combustible utilizado. Esta combinación de alcance ilimitado y riesgo ambiental lo convierte en uno de los proyectos más controvertidos del programa armamentístico ruso.