Todo apunta a que el papa León XIV seguirá el legado de su predecesor Francisco. Sin embargo, una de las principales pistas de los papas para proyectar sus planes de futuro es el nombre que se autoimponen como jefe del Estado del Vaticano. El caso es que el nombre de León es el quinto más utilizado, por detrás de Juan, Gregorio, Benito y empatado con Clemente. El último León, León XIII, fue pontífice, entre el 1878 y en 1903, durante más de 25 años, convirtiéndose en el tercer papa con más años en el Vaticano. Una de las curiosidades es la relación entre León XIII con Catalunya y Montserrat, ya que fue el papa que nombró la Moreneta como Patrona de Catalunya el año 1881. Casualmente, el actual Papa, León XIV, consagró en Trujillo, Perú, una iglesia a Montserrat.
León XIII impulsó la doctrina social de la Iglesia
Más allá de eso, León XIII fue el primer papa que fue grabado por una cámara de cine y fue el autor de la obra Rerum novarum, en la que critica tanto el socialismo como el capitalismo. Fue el Papa impulsor de la doctrina social de la Iglesia y se basó en mejorar las bases intelectuales del clericato. De hecho, en los primeros años de su pontificado quedaron marcados por una serie de iniciativas académicas: la fundación de un nuevo instituto en Roma para el estudio de la Filosofía y la Teología, centros de estudio de las Escrituras y un centro astronómico. Además, se abrieron los archivos del Vaticano para todo el mundo. El objetivo de León XIII fue el de aproximar la Iglesia a las realidades del mundo, ante un contexto de revueltas sindicales y problemas con el mundo obrero. Precisamente, en Rerum novarum criticaba la opresión y pedía salarios justos y el derecho a organizar sindicatos, aunque rechazaba el socialismo.
Además, consiguió poner fin a la hostilidad del régimen imperial alemán del Segundo Reich hacia los católicos. De hecho, por eso fortaleció la diplomacia de la Santa Sede con el resto de Estados. Un ejemplo es cómo España, Alemania y el Reino Unido recurrieron a él como mediador en la disputa de las islas Carolinas en el Pacífico el año 1885. Eso sí, no tuvo ni mucho menos buena relación con Italia, ya que entre el 1859 y 1870 se produjo la desaparición de los Estados Pontificios. De hecho, no se reconcilió nunca con el nuevo Estado italiano y siempre estuvo distante con el nuevo gobierno, hasta el punto de pedir a los italianos el boicot a la vida política del país. Por eso, más allá de fortalecer la diplomacia del vaticano, estrechó lazos con las iglesias ortodoxa y anglicana.