Catherine Connolly será la décima presidenta de Irlanda tras imponerse en las elecciones celebradas este viernes con un discurso claramente marcado por su compromiso con la causa palestina. Figura destacada en el parlamento por sus críticas contundentes a la guerra de Gaza, Connolly ha denunciado reiteradamente lo que considera un “genocidio” por parte de Israel y ha asegurado que, como jefa de Estado, viajará a Palestina para expresar personalmente el apoyo de Irlanda al pueblo palestino. Una de sus declaraciones más polémicas ha sido afirmar que Hamás esparte del tejido social del pueblo palestino”, una posición que ha generado fuertes críticas, incluso dentro de su propio país. El primer ministro irlandés, Micheál Martin, ya la había acusado el septiembre pasado de mostrarse “reticente a condenar inequívocamente” el ataque del 7 de octubre de 2023 contra Israel, en el que Hamás mató a cerca de 1.200 personas. A pesar de la controversia, su postura ha conectado con una parte significativa del electorado irlandés.

La elección de Connolly como presidenta de Irlanda marca la tercera vez que una mujer asume este cargo, siguiendo los pasos de Mary Robinson y Mary McAleese. Aunque la presidencia irlandesa es formalmente una posición con poderes constitucionales limitados y un rol eminentemente protocolario —el poder ejecutivo recae en el jefe de gobierno—, se trata de una figura con una gran capacidad para canalizar y expresar el estado de ánimo de la sociedad irlandesa. La victoria de Connolly, con un perfil marcadamente activista y con posiciones críticas respecto a la política internacional y la injusticia global, dice mucho sobre la dirección que toma el país en materia de valores, conciencia social e implicación con causas globales. Con su proclamación, Connolly pone fin al mandato de siete años del popular Michael D. Higgins, poeta, exministro de Cultura por el Partido Laborista y presidente durante dos legislaturas, el máximo permitido según la Constitución irlandesa.

Las encuestas previas ya anticipaban la victoria de Connolly, de 68 años, representante de la izquierda irlandesa y figura independiente de larga trayectoria, crítica tanto dentro como fuera del parlamento. Conocida por su postura escéptica hacia la Unión Europea en uno de los estados más proeuropeos del bloque, Connolly ha sido reiteradamente cuestionada por los ministros del gobierno por su historial de oposición a los referéndums que pretendían profundizar la integración de Irlanda con las instituciones comunitarias. También ha sido una voz contundente contra el aumento del gasto militar del país y ha criticado duramente a la OTAN, a quien acusa de ejercer prácticas belicistas, llegando incluso a comparar el reciente rearme de Alemania con el de la década de 1930.

Centrada en la voz del pueblo

Aunque sus opiniones políticas —especialmente las vinculadas a Palestina, la Unión Europea o la OTAN— han generado incomodidad y encendidos debates en la cámara baja irlandesa, estas no han centrado la campaña electoral con la que Connolly ha llegado a la presidencia. Al contrario, su estrategia se enfocó en temas más cercanos y cohesionadores, como la promoción de la cultura irlandesa y la voluntad de ayudar a los ciudadanos a “encontrar su voz” en un contexto político y social cada vez más polarizado. Con un tono cercano y una imagen personal alejada de las formas presidenciales tradicionales, Connolly también captó la atención de las redes sociales cuando se viralizó un vídeo donde aparecía dando toques con una pelota de fútbol. Aunque algunos especularon con que las imágenes habían sido manipuladas con inteligencia artificial, el exparticipante de maratones y triatlones afirmó que la habilidad le viene de familia, “atlética de pura cepa”, y de años saltando a la comba.

A pesar de presentarse como candidata independiente, Connolly ha conseguido reunir una amplia coalición de apoyos entre las principales formaciones de la izquierda irlandesa. El Sinn Féin, principal partido de la oposición, optó por no presentar candidato propio y dar apoyo implícito a Connolly, una decisión compartida también por los socialdemócratas y los laboristas. Su elección se produce solo un año después de que el Sinn Féin no consiguiera romper, como pretendía, la hegemonía histórica de Fianna Fáil y Fine Gael, los dos partidos que han gobernado Irlanda durante la mayor parte del último siglo. Con una larga trayectoria en política local, Connolly fue concejala por el Partido Laborista durante 17 años y ejerció como alcaldesa de Galway hasta 2005. Dejó el partido en 2007 y, tras una campaña fallida en 2011, consiguió finalmente ser elegida diputada independiente en el año 2016. Su llegada a la presidencia coincide con un momento especialmente convulso en Irlanda, marcado por una ola de disturbios diarios en la capital a raíz de una presunta agresión sexual a una niña de 10 años frente a un hotel de Dublín, unos hechos que han tensado aún más el clima social y político del país.

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