Hace días que la administración Trump trabaja en uno de los estandartes de su legislatura: lo que la Casa Blanca ha denominado ingeniosamente “Una Grande y Preciosa Ley” (en inglés, The One, Big, Beautiful Bill). Esta propuesta de ley es el proyecto legislativo más ambicioso de Donald Trump en su segundo mandato, y está centrado en una profunda reforma fiscal y presupuestaria. Esta iniciativa incluye una gran rebaja de impuestos y comporta también recortes muy importantes en programas sociales —como el Medicaid (la única cobertura sanitaria pública para menores de 65 años de los Estados Unidos) y la ayuda alimentaria para familias vulnerables. Sin embargo, el proyecto solamente ha sido aprobado por la Cámara de Representantes, y todavía queda el debate y la votación del senado.
La votación de la Cámara de Representantes ha ido justa y ha supuesto largas e intensas negociaciones que han generado divisiones dentro del mismo Partido Republicano. El conflicto más polémico y mediático ha sido, sin duda, el de Donald Trump y Elon Musk, que han protagonizado un show digno de reality sobre la famosa ley a través de las redes. Trump defiende que esta reforma impulsará el crecimiento económico y corregirá los problemas de déficit y deuda a largo plazo, aunque ciertas estimaciones apuntan que el déficit y la deuda públicos podrían alcanzar niveles récord. Por su parte, Musk se ha soltado y ha dicho que la “Grande y Preciosa Ley” es una “repugnante abominación”, y la ve como una amenaza para el futuro tecnológico y energético de los Estados Unidos. El multimillonario americano insta a mantener las políticas de impulso a la innovación y a la transición verde para no perder el liderazgo global.
Las 8 claves de la ley: reducciones y ganancias, independientemente de los medios
La “Grande y Preciosa Ley” es el proyecto legislativo central de la administración Trump en su segundo mandato, y tiene el objetivo de transformar profundamente la política fiscal, social, migratoria, energética y educativa de los Estados Unidos. La ley es extensa y abarca ocho grandes áreas temáticas —tal como se puede ver en el documento oficial— pero se puede resumir en la reducción de impuestos y el gasto social, el endurecimiento de la política migratoria, el desmantelamiento de las regulaciones ambientales, el refuerzo el gasto militar y la seguridad y el impulso del sector energético tradicional. Los altos cargos de la Casa Blanca exponen que la ley es una respuesta directa a las políticas de la era Biden, que consideran excesivamente intervencionistas y perjudiciales a la competitividad norteamericana.
La One Big Beautiful Bill aborda ocho ámbitos diferentes: agricultura y nutrición, defensa, educación y préstamos, energía y medio ambiente, salud y programas sociales, servicios financieros, seguridad interior e inmigración, y recursos naturales. La amplia reforma legislativa endurece el acceso a ayudas alimentarias y sociales, especialmente para adultos sin hijos e inmigrantes, y reduce financiación para programas como la prevención de la obesidad o el acceso a internet. Además, incrementa la inversión en defensa, especialmente en calidad de vida para los militares, infraestructuras, defensa antiaérea y lucha antidroga, a la vez que refuerza la seguridad en la frontera. En el ámbito educativo, la ley limita el acceso a becas y préstamos universitarios, y restringe la capacidad del gobierno en materia de intervención, descentralizando la regulación hacia los estados. También deroga buena parte de las políticas climáticas y medioambientales aprobadas en los últimos años, reduce fondos para vehículos limpios y programas de justicia climática, y favorece el desarrollo de gas y petróleo. En salud, se endurecen los requisitos para acceder a Medicaid, se refuerzan los controles contra el fraude y se prohíbe la financiación federal para la transición de género. La ley también modifica la regulación de la vivienda y los servicios financieros, asigna más recursos a la construcción de muros y a la vigilancia fronteriza, introduce nuevas tasas y facilita la expulsión de personas con antecedentes. Finalmente, amplía las concesiones para la explotación de recursos naturales, reduce regulaciones ambientales y elimina fondos para proyectos de conservación y cambio climático.
Esta última parte es de las que más enfada en Musk, que considera que la derogación de regulaciones sobre emisiones y la supresión de fondo para la lucha contra el cambio climático es un paso atrás que tendrá consecuencias para el liderazgo económico y el prestigio internacional de los EE. UU. —recordamos, por eso, que el empresario es propietario de Tesla, marca de coches que destaca para ser una alternativa ecológica. Además, la crítica de Musk también ha considerado en X la imposibilidad práctica de hacer una ley tan ambiciosa, expresando que “nunca a la historia ha habido una legislación que sea tanto grande como bonita” y que “o bien tienes una grande y fea o bien una pequeña y bonita”. Así pues, parece que no ha habido manera que los dos grandes propulsores de la campaña de Trump —el mismo Trump como candidato y Elon Musk como financiador— se hayan puesto de acuerdo sobre la base de su reforma, pero de momento todo sale adelante y la Casa Blanca continúa generando muchas expectativas con The One, Big, Beautiful Bill...