Casi todos los diarios tienen en portada la fotografía de Scholz, Macron y Draghi visitando a Volodímir Zelensky en Kíiv. Muy notable la edición gráfica de La Vanguardia al escoger una imagen donde los soldados en uniforme de combate contrastan tan vivamente con los líderes de traje y corbata. La Razón también la lleva, pero parece un cromo de tan pequeña como la dan, porque han preferido hacerle un póster electoral al candidato del PP a la Junta de Andalucía. Es una decisión discutible. Fotos electoralistas tienes cada día mil, pero no es cada día que los líderes de la trinidad europea todopoderosa visitan la capital de un país en guerra al lado de casa, como a quien dice. En guerra contra Vladímir Putin, el enemigo principal de la estabilidad y la paz en el continente europeo. Justamente esta es la gracia de la foto, que presenta la Unión Europea en uno de sus mejores momentos de los últimos años: dando apoyo a la candidatura de Ucrania a la UE. ¿Cuál es el sentido de la UE? Para hacértela corta: extender la paz y la prosperidad en el continente. Ahora que el autócrata ruso ha encendido la guerra en las fronteras europeas, la organización continental se confronta con el tipo de horror que motivó su fundación. Para ser fieles a la misión de la UE, reforzar una democracia en conflicto y hacer frente al tipo de agresión nacionalista de la cual la UE se considera el antídoto, la próxima semana en Bruselas los dirigentes del club declararán formalmente Ucrania candidata a la adhesión. De candidato a miembro haygran distancia, en tiempo y en kilómetros de papeleo. Que le pregunten sino a Turquía, que está en cola desde 1987.

Tiene mucho sentido conceder el estatus de candidato a Ucrania. Al hacerlo, se genera un incentivo grande para que el gobierno del futuro miembro instituya grandes reformas administrativas y económicas. También expresa la intención de ambas partes de hacer que el solicitante forme parte de la familia europea. En el caso de Ucrania, el simbolismo de su candidatura es muy grande. Al hacerlo, la UE declararía que considera a Ucrania un país europeo soberano como Italia o Dinamarca, y le reconoce el potencial de construirse un futuro como el de esos dos. La gracia es que todo eso es el contrario de lo que piensa Putin y un rechazo total a todo lo que espera conseguir con su invasión. Denegar la candidatura de Ucrania a la UE confirmaría a Putin que Ucrania es una ficción cartográfica que pertenece a su esfera de influencia, no a la de Occidente. Enviar esta señal cuando Ucrania lucha por su existencia socava los principios de la UE, animaría al mayor enemigo de la estabilidad europea y desanimaría a su última víctima. Este es el sentido de la fotografía, además de la satisfacción de ver cómo Emmanuel Macron tiene que comerse con patatas sus afirmaciones de la semana pasada, en las que pedía a Ucrania que cediera territorio a cambio de paz y a Occidente que no "humillara a Putin". Estas expresiones fueron recibidas con una tormenta en contra por tierra, mar y redes sociales. Ayer fueron enmendadas por la fuerza de la gente.

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