El papel de la Unión Europea es, o tendría que ser, clave en materia de inmigración y refugiados. Aunque la competencia de asilo depende de cada estado miembro, a menudo se pide que la UE intervenga y haya una política migratoria global. Una petición que todavía se ha hecho más evidente después del caso de l'Aquarius, el barco al que Italia y Malta han cerrado su puerto con 630 immigrantes dentro y que finalmente será acogido por el estado español.

De este caso, y del problema estructural de la inmigración y acogida que tiene la Unión Europea se ha hablado este miércoles en el Parlamento Europeo. El debate, sin embargo, ha estado marcado por una gran ausencia de eurodiputados. Las imágenes del hemiciclo de la Eurocámara en Estrasburgo son demoledoras: la mayoría de las sillas estaban vacías, quedando casi sólo llena la mesa y las sillas que pertenecen a la Comisión Europea (CE).

Esta es una situación habitual en el Parlamento Europeo, donde muchos eurodiputados sólo asisten cuando les toca intervenir o en debates de gran trascendencia.

A pesar de este gran absentismo, del debate ha salido una demanda clara de eurodiputados y del comisario de Migraciones, Dimitris Avramopoulos, hacia los gobiernos de los estados para que reformen sus políticas de inmigración y asilo. Sin embargo, también se han oído bastantes voces de la ultraderecha italiana que han criticado que la Eurocamara haya denunciado las prácticas del nuevo gobierno de Italia con la gestión de l'Aquarius.

El barco Aquarius de la ONG SOS Mediterranée y de Médicos Sin Fronteras (MSF) que lleva a bordo 630 inmigrantes, de los cuales más de 100 son menores y hay siete embarazadas, cogió este martes rumbo a Valencia, después de 48 horas retenidos en alta mar ante la negativa de Malta e Italia de abrirles un puerto.