La ruptura entre Donald Trump y Elon Musk marca un punto de inflexión inesperado dentro de la política norteamericana. No se trata solo de una nueva baja dentro de la administración del presidente de Estados Unidos, conocida por su volatilidad interna, sino de un golpe directo contra uno de los aliados más valiosos de su mandato. El líder de la Casa Blanca ha perdido, al menos de momento, el apoyo del hombre más rico del mundo, uno de los principales financiadores de su campaña y, sobre todo, la voz más influyente dentro de la derecha tecnológica del país. Para Musk, su paso por Washington se ha convertido en una mala inversión, con un impacto directo en los mercados —especialmente en las acciones de Tesla— y una erosión de su imagen pública entre los republicanos tradicionales.
La relación entre Trump y Musk, que había combinado intereses empresariales, afinidades políticas y cierta complicidad personal, se ha roto definitivamente este 5 de junio después de una escalada verbal desencadenada por el debate en torno al último proyecto presupuestario de la administración norteamericana la "Grande y Preciosa Ley". Las discrepancias han ido más allá de la política fiscal: se han convertido en una guerra abierta dentro del movimiento Make America Great Again —que América vuelva a ser grande, en castellano, y MAGA, por sus siglas en inglés—, una fractura que pone en cuestión la autoridad hasta ahora indiscutida del presidente entre las élites conservadoras. Lo que nació como una alianza estratégica en plena campaña electoral ha desembocado en una confrontación directa, marcada por reproches públicos, amenazas en materia de contratación pública y un impacto económico que ya empieza a notarse.
‼️ Guerra abierta entre Trump y Musk: el presidente amenaza con retirar todos los contratos públicos al magnate
El Partido Republicano afronta una pérdida significativa con el conflicto con Musk, que deja claramente ser uno de sus principales donantes. El magnate tecnológico destinó cerca de 300 millones de dólares a la campaña de Trump en el 2024, convirtiéndose en el máximo contribuyente individual. Estos fondos sirvieron tanto para reforzar el operativo pro-Trump como para impulsar campos como Ohio, Wisconsin o Arizona. No obstante, Musk ya había expresado anteriormente su cansancio con la financiación republicana y se había comprometido a reducir su gasto político. La ruptura con el presidente norteamericano acelera esta retirada, dejando a los republicanos sin un soporte financiero estratégico en un momento en qué la guerra interna en el movimiento MAGA aumenta y la necesidad de recursos para futuras elecciones es más grande que nunca.
Consecuencias electorales
La pelea entre Trump y Musk ha expuesto una fractura al núcleo del movimiento trumpista, no solo por el fondo de la disputa, sino también por las plataformas desde donde se ha escenificado. Truth Social y X, dominadas respectivamente por Trump y Musk, se han convertido en altavoces clave del discurso MAGA, y el choque entre sus amos ha dejado tocada la cohesión interna del movimiento. Figuras destacadas del universo ultraconservador han pedido contención y han alertado del desgaste público que provoca este enfrentamiento, que califican de "esperpento", según ha revelado el portal de noticias Politico. Sin embargo, según un sondeo exprés de YouGov, la militancia continúa fiel a Trump: un 71% de los votantes republicanos le dan apoyo en esta disputa. Musk, en cambio, queda retratado como el perdedor de esta batalla, incapaz de justificar su apuesta por la política institucional y con una X que pierde peso dentro del universo conservador que pretendía capitalizar.
Yendo todavía más allá, Musk ha cuestionado el binomio político norteamericano. La misma tarde de la pelea con Trump, planteó la creación de un nuevo partido político en Estados Unidos, dirigido al centro y a una ciudadanía que se siente marginada. A través de una encuesta en X, donde disfruta de casi 220 millones de seguidores, preguntó: "¿Es hora de crear un nuevo partido político en Estados Unidos que represente verdaderamente al 80% del centro?", y el 80% de los participantes respondió afirmativamente. Musk celebró los resultados: "La gente ha hablado. Hace falta un nuevo partido político... El 80% está de acuerdo... Este es el destino." El fundador de Tesla propuso como nombre provisional "The American Party" (el partido americano, en castellano). Aunque la idea del magnate tecnológico todavía está en la incubadora, podría llegar a situarlo como rival electoral tanto de republicanos como de demócratas en unas elecciones futuras.
Musk está sin blanca
Sea como sea, lo que es seguro es que el episodio de esta semana ha afectado gravemente al bolsillo de Musk. Las acciones de Tesla cayeron un 14,3% en un solo día, lo cual supuso una pérdida de 150.000 millones de dólares en capitalización, con un retroceso estimado de casi 9.000 millones en el patrimonio personal de Musk según el índice Bloomberg. Además, la amenaza directa de Trump de cancelar los subsidios y contratos federales que recibe mediante SpaceX, Starlink y Tesla —que hasta ahora suman más de 48.000 millones de dólares— ha generado una tensión que va más allá del mercado de valores, amplificando las consecuencias del conflicto político con un impacto tangible sobre el ecosistema empresarial del magnate tecnológico.
A pesar de la fractura evidente, tanto Trump como Musk seguirán marcando la agenda pública norteamericana. El uno, desde su rol en la presidencia de Estados Unidos; el otro, como figura central de la industria tecnológica global y altavoz ideológico a través de sus plataformas. El futuro de su relación permanece rodeado de incertidumbre, pero la trayectoria de los dos hace prever que seguirán ocupando posiciones prominentes en sus respectivos ámbitos. La crisis del 5 de junio no solo ejemplariza la volatilidad de los pactos entre poderosos, sino que también revela la naturaleza de un conflicto entre dos egos que compiten por los mismos espacios de liderazgo. Trump y Musk no han chocado por sus diferencias, sino porque son dos versiones de lo mismo.