La Antártida es un continente que puede llegar a los 60 grados bajo cero en invierno, donde no sale el sol durante cuatro meses y que técnicamente es el desierto más grande del planeta. Entonces, ¿cuál es el interés para que tantos países se disputen su control?

A diferencia de lo que nos pueden mostrar los mapas, la Antártida representa el 10% del total de la superficie terrestre, y sin embargo, no dispone ni de población propia ni de gobierno propio. Por lo tanto, eso ha significado que durante muchos años varias potencias hayan intentado reclamar su control bajo el argumento del "yo lo he visto primero".

Si bien técnicamente los primeros en conseguirlo fueron los noruegos el año 1911, es más conocida la llegada, 33 días después, del británico capitán Scott. Seguramente ayudó el hecho que muriera volviendo a casa, añadiendo romanticismo a la expedición.

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Scott dirigió dos expediciones a la Antártida. Fotografía: Wikipedia Commons

Este fue el inicio de años de disputas, fundamentalmente entre Gran Bretaña, Francia y Noruega, sobre quién controlaría el continente. Años después, Australia y Nueva Zelanda, con sus respectivas independencias del Reino Unido, también dispondrían de su propio territorio, como si se tratara de un quesito del Trivial. ¡Incluso la Alemania nazi reclamó su parte!

Sin embargo, la mayor disputa territorial es entre Argentina y Chile, que reclaman la parte del continente que toca con sus fronteras, pero que coincide con el mismo territorio que reclama el Reino Unido. Un auténtico lío.

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El Tratado Antártico es un tratado internacional firmado por doce estados. Foto: Wikipedia Commons

Por eso, en 1959, diferentes países firmaron el llamado Tratado de la Antártida, que establecía que múltiples países disfrutarían del mismo nivel de soberanía sobre el terreno. Por lo tanto, la pregunta es clara: ¿quién tiene el dominio de Antártida actualmente? La respuesta es que nadie, y a la vez todo el mundo.

El tratado establece el continente como un espacio reservado a la investigación científica y por motivos pacíficos. Eso significa que cualquier tipo de prueba militar o nuclear queda prohibido, y obliga a compartir cualquier descubrimiento científico. Además, el tratado también establece una moratoria en actividades de minería y perforación hasta el 2048.

Ahora bien, ya no quedan tantos años para que este fantástico tratado expire y permita a los diferentes países renegociar las condiciones y cambiar el futuro de la Antártida. De momento, tendremos que esperar.