Hoy el gobierno austríaco, integrado por democristianos y nacionalistas euroescépticos, asume la presidencia de turno del Consejo de Europa. El lema de esta será "Una Europa para proteger" y se centrará en temas de inmigración y seguridad, como una concesión de los democristianos a sus socios ultraconservadores y xenófobos. Pero el canciller conservador Sebastian Kurz ha establecido también como prioridades de su presidencia la digitalización de la economía europea y la integración de los países de los Balcanes Occidentales en la UE.

Kurz también tendrá que hacer frente a dos temas muy candentes: las negociaciones finales del Brexit, previsto para marzo de 2019, y la negociación del marco financiero comunitario para el periodo 2021-2027.

El canciller austríaco ha sido uno de los líderes europeos más contrarios a la llegada de inmigrantes y se opone a una mayor integración europea (en realidad, pide que la UE devuelva algunas competencias a los Estados). A pocos días del inicio de la presidencia austríaca, la UE ya ha votado a favor de la creación de centros de inmigrantes dentro y fuera del territorio europeo, con el fin de escoger los que tienen derecho a pedir asilo. Esta medida ya fue vista como una concesión de la Unión Europea a las políticas xenófobas de Austria, Polonia e Italia. Los líderes conservadores austríacos se presentan como mediadores entre los países de Europa Occidental y los gobiernos más contrarios a la inmigración del Este de Europa.

El próximo miércoles Kurz presentará su programa en el Parlamento Europeo de Bruselas. El día 20 de septiembre se prevé una cumbre informal de líderes europeos para discutir sobre la seguridad y la lucha contra la inmigración ilegal. En realidad, algunas de las medidas que impulsa Austria con respecto a los inmigrantes de su territorio podrían ser consideradas ilegales por la Comisión Europea, que las cree discriminatorias e incompatibles con la legislación europea.