Las imágenes estos días en París y en otras localidades francesas, con fuertes incidentes a causa de la decisión del presidente Emmanuel Macron de pasar la edad de jubilación de los 62 años a los 64, han circulado por toda Europa. Se ha hecho viral en este sentido un vídeo donde aparecen los clientes de un restaurante cenando con toda tranquilidad mientras por las ventanas aparece el fuego de las barricadas. La flema ya no es británica sino francesa.

Mientras siguen las barricadas y los enfrentamientos en la calle, el presidente francés tampoco retrocede de su reforma de las pensiones. Macron ha mostrado este miércoles su confianza en que la reforma de las pensiones entre en vigor antes de final de año, a pesar de las protestas de calle contra este proyecto. "Sería bueno para que 1,8 millones de personas vean aumentada su pensión unos 600 euros por año", ha asegurado el presidente en una entrevista en las dos principales cadenas de televisión del país.

Macron ha indicado que la reforma depende ahora del dictamen del Consejo Constitucional, pero no de las protestas de calle, que "hay que respetar cuando son pacíficas pero no cuando van a la extrema violencia". Aunque ha reconocido que "hay que escuchar el enfado" de los ciudadanos, ha advertido que "no se tolerará un desbordamiento", porque "la rabia legítima" contra la reforma no justifica la violencia.

Ante la proliferación de huelgas y bloqueos de algunos sectores económicos, ha dicho que "los bloqueos se tienen que levantar cuando afectan a la vida económica", por ejemplo en las refinerías y la distribución de combustible o en las recogidas de basura. Macron solo ha reconocido un error en todo este proceso: el de "no haber conseguido convencer" los ciudadanos de la necesidad de la reforma de las pensiones, que según las cifras el Gobierno francés si no se hace nada entrarán en un déficit que crecerá hasta los 12.500 millones de euros para 2030.

"¿Creen que me gusta hacer esta reforma? No", ha asegurado, antes de insistir en que se ha rechazado bajar las pensiones o subir las cotizaciones de empresas y trabajadores, lo que solo deja la opción de trabajar más. "Somos uno de los países con más impuestos de Europa", ha lamentado. "Ninguna fuerza sindical ha propuesto compromisos. Nos han dicho que no querían ninguna reforma", ha insistido.

El presidente asegura que entiende el enfado de muchos ciudadanos cuando ven los beneficios extraordinarios de las grandes empresas y ha afirmado que pedirá al Gobierno que se las obligue a "participar en el esfuerzo colectivo" de Francia.