Etienne, de 20 años, está repartiendo folletines en la puerta de La Sorbona. El papel llama a la movilización: "No seamos tontos: la lucha contra el fascismo no se puede hacer en las urnas. Sea cual sea el resultado de la primera vuelta , tenemos que reaccionar allí donde podamos". Él sí que irá a votar este domingo, porque es "su deber". Pero admite que muchos amigos y compañeros suyos de facultad no piensan que sea útil ir a votar. En realidad, admite, él también lo piensa. "Pero ante la duda, prefiero ir a votar y expresar mi opinión", concluye este estudiante.

Probablemente el caso del Etienne no sea la norma general. Todas las encuestas prevén una abstención altísima, que podría batir récords en unas elecciones presidenciales, que históricamente han despertado más interés que el resto de comicios. Este miércoles una encuesta de Ifop para LCI, Paris Match y Sud Radio situaba el abstencionismo en el 29% en el conjunto de la población. En el caso de los jóvenes entre 18 y 24 años este porcentaje se disparaba hasta casi la mitad de ellos: el 46% no tenía previsto acudir al centro de votación

También hay diferencias entre los que sí que tienen pensado ir a votar. Según la misma encuesta, en esa franja de edad, en primera posición llegaría Emmanuel Macron con el 27% (de la misma manera que el conjunto de la población), pero lo haría empatado con el izquierdista Jean-Luc Mélenchon, de la Unión Popular, que haría un 17,5% por término medio en todas las edades. Por detrás se situarían Marine Le Pen (23%, medio punto menos que la población general), el también ultra Eric Zemmour (8%), el ecologista Yannick Jadot (4%) y la conservadora Valérie Pécresse (3%).

Caroline es una de estas jóvenes que duda si ir a votar o no. Con 19 años, son sus primeras elecciones y, si lo hace, será con una pinza en la nariz. "Realmente no tenemos la opción de escoger a los candidatos. No tengo la sensación de que seamos libres para escoger a quién votar", dice por una parte. Aunque también sostiene que "es un derecho" y que "es importante expresarse. En este sentido, cree que se tendría que contabilizar el voto en blanco, para hacer ver que "no estamos de acuerdo con lo que nos proponen".

La desafección hacia la política es evidente entre los más jóvenes. Lo mostraba un estudio publicado el pasado febrero por el Instituto Montaigne sobre una muestra de 8.000 jóvenes entre 18 y 24 años: el 68% de los encuestados pensaban que los dirigentes políticos están más bien "corrompidos". Una buena parte de ellos no se sentían identificados con ningún partido político, ni candidato ni tendencia ideológica "por desconocimiento, por desinterés o por rechazo". Y eso que están bien movilizados en la calle, ya sea contra el cambio climático o la precariedad que sufren.

El politólogo Rémi Lefebvre, profesor en la Universidad de Lille y experto en movilización electoral, señala que es una constante que se ha visto en los últimos años elección tras elección: que la desafección ha ido en aumento. Y la gestión de la crisis sanitaria, añade, sólo lo ha agravado. En las elecciones regionales del pasado año, marcadas por la covid, se abstuvo el 66% del censo y el 87% de los jóvenes. "No creen en la política. A menudo son personas que están interesadas por la política, pero ningún proyecto político les satisface". Y concluye: "El voto para muchos de ellos ya ha dejado de tener sentido. Creen que ya no sirve para nada ir a votar". 

Además, según algunos expertos, se añade otro handicap, esta vez de cariz técnico. En Francia, cuando se cambia de domicilio, no cambia automáticamente la inscripción en el registro electoral, sino que es un trámite que se tiene que hacer aparte. Buena parte de los que cambian de domicilio son los jóvenes que se marchan a la universidad o que encuentran trabajo en otra ciudad. Se calcula que alrededor de siete millones y medio de franceses, y que principalmente son jóvenes. Muchas veces se dan cuenta de ello a la hora de ir a votar.

En este contexto de desafección se explica que un Emmanuel Macron en horas bajas, después de esquivar incluso los debates de la televisión pública, haya decidido cerrar la campaña de la primera vuelta en Brut. Se trata de una cadena de televisión online, que difunde los contenidos a través de las redes sociales con una audiencia que se cuenta por millones. La media de edad de su público se sitúa en torno a los 31 años y para muchos de ellos es su principal fuente de información. Macron ha concedido la entrevista para responder a preguntas "sobre las grandes preocupaciones de la juventud". No ha bastado con un bono cultural.

¿Frenar a la extrema derecha?

La extrema derecha es una amenaza más que nunca, según las últimas encuestas que se han publicado en Francia. Durante el último mes y medio no hay ninguna que no haya dado Marine Le Pen acompañante Emmanuel Macron a la segunda vuelta. Y en esta segunda vuelta, las cosas cada vez están más ajustadas. El sondeo de Elabe de este viernes daba un 51% al actual presidente de la República y un 49%. Se ha reducido considerablemente el margen: hace un mes, el mismo estudio pronosticaba un cojín de doce puntos, de 61% contra 49%. Más lejos aún queda el 66%-33% de las elecciones de hace cinco años. Justamente una baja participación hizo que Jean-Marie Le Pen se clasificara por primera vez en 2002.

Salif, que acaba de cumplir 18 años, espera el metro en la parada de Simplon, en el humilde distrito XVIII de Paris, al norte de Montmartre, allí donde acaba la capital para convertirse en banlieue. Tiene clara su condición de ciudadano, y también de persona racializada. Por esas dos razones irá a votar. "Es lo que se tiene que hacer, es nuestro deber ir a votar", defensa. Y no le tiene miedo a la extrema derecha: "Si todos nos movilizamos, también los jóvenes, no pasarán". Lo mismo piensa Iris, otra chica de 21 años que se estrena en unas presidenciales: "Hay que pararles los pies". Habrá que ver si el resto de jóvenes se sienten interpelados.