El sótano de la acería de Azovstal, situada en la destruida ciudad portuaria de Mariúpol, está donde permanecen el millar de civiles ucranianos y los quinientos militares del batallón ultra de Azov, a la espera de enfrentarse con el destino que no pueden hacer nada para evitar: la entrada del ejército ruso. En el día de ayer, Kyiv informó de 35 ataques aéreos contra la planta metalúrgica. Este miércoles, un sanitario del batallón, Hassan, ha descrito en la televisión pública ucraniana los horrores que se viven en el sótano donde están atrapados: al menos 400 personas, entre civiles y soldados, están heridos, un tercio de los cuales "necesitan atención urgente", y que "seguramente morirán en estas condiciones", ha lamentado. En estas instalaciones, ha asegurado, no tienen medicinas ni equipamiento médico para hacer frente al "fuego de artillería, los bombardeos y los impactos de cohetes no se detienen ni un momento". Por otra parte, el médico también anticipa un final trágico para el resto de los supervivientes: solamente queda comer para una semana y agua para cuatro días más.

 

Sin provisiones

"De los heridos, al menos un tercio y quizás más necesitan atención urgente. Algunos morirán, en estas condiciones, inevitablemente", ha asegurado Hassan a la TV ucraniana en declaraciones recogidas por Efe. La misma fuente ha explicado cómo el medio millar de soldados que resisten a la planta, junto con unos mil civiles, carecen de equipamiento médico y de medicinas. Con respecto al agua potable y a los alimentos, la situación es "extremadamente mala", agregó el sanitario, según cuyos cálculos la comida es suficiente para resistir una semana, aunque el agua se acabará "probablemente" en cuatro días. Según ha informado este miércoles a un asesor del alcalde de Mariúpol, Petro Andriushchenko, los bombardeos rusos sobre la acería no se detienen y también afectan a las zonas urbanas en los alrededores de la planta, donde han causado varios incendios.

Atrapados en Azovstal

Ya hace días que la resistencia que permanece en Mariúpol sabe que les quedan mucho pocos días, quizás horas, antes de la entrada de los rusos. El Kremlin planteó un ultimátum a los soldados refugiados en el sótano de la acería, que se negaron a rendirse, y este lunes Rusia anunció un alto el fuego para facilitar la evacuación de civiles, que según Kyiv tampoco ha dado resultado. Las autoridades ucranianas aseguran que todavía permanecen entre las ruinas de la ciudad unos 120.000 habitantes sin agua, electricidad y productos básicos y denuncian que Moscú ha bloqueado los intentos de llevar ayuda humanitaria.