En plena crisis humanitaria, conseguir una comida caliente en la Franja de Gaza es cada vez más difícil. A pesar de todo, en algunos barrios del sur del territorio, la comida todavía llega —aunque sea cargada en carros arrastrados por asnos. El plato del día es koshari, una receta popular en la región a base de lentejas, arroz y salsa de tomate. Se prepara en grandes ollas comunitarias en una de las dos cocinas gestionadas por la organización humanitaria Anera (American Near East Refugee Aid), con sede en Estados Unidos.

“La gente depende de estas comidas. No tienen ingresos para comprar lo poco que queda en los mercados locales, y muchos alimentos ya no están disponibles”, explica Sami Matar, responsable del equipo de Anera en Gaza a la BBC. Según Matar, hace meses cocinaban platos con carne, pero ahora la situación ha empeorado: “Con el bloqueo, no hay ningún tipo de carne ni verduras frescas”.

Bloqueo de hace dos meses: sin agua ni alimentos

Desde hace dos meses, Israel mantiene cerrados todos los pasos fronterizos con Gaza, prohibiendo la entrada de bienes, incluidos alimentos, combustible y medicamentos. Esta medida, seguimiento de la reanudación de la ofensiva militar y la ruptura de un alto el fuego de dos meses con Hamás, busca presionar al grupo para la liberación de los rehenes que todavía rindió.

Organismos como el Programa Mundial de Alimentos de la ONU y la agencia UNRWA, encargada de atender a los refugiados palestinos, han anunciado recientemente que ya han agotado todas sus reservas de ayuda alimentaria. La escasez ha hecho crecer la presión internacional para que Israel levante el bloqueo. Varias voces alertan de que el hambre masiva es inminente y recuerdan que privar intencionadamente de comer la población civil puede constituir un crimen de guerra.

“El apoyo humanitario, y las vidas que puede salvar, nunca tendrían que convertirse en moneda de cambio”, afirmó el jueves la cabeza humanitaria de la ONU, Tom Fletcher. “Bloquear la ayuda es hacer pasar hambre a civiles. Los deja sin atención médica básica. Les roba la dignidad y la esperanza. Es un castigo colectivo cruel. Y mata”.

Días críticos en Gaza

Actualmente, centenares de miles de personas en Gaza dependen de unas pocas cocinas comunitarias para sobrevivir. La que gestiona Anera en Khan Yunis, una de las ciudades más castigadas, da de comer cada día a unas 6.000 personas. Pero las reservas se agotan. Los alimentos almacenados durante el breve alto el fuego de principios de año prácticamente han desaparecido.

“Los próximos días serán críticos. Quizás nos queda comer para dos semanas, quizás menos,” dice Matar mientras enseña un almacén casi vacío a un periodista local de la BBC. “Antes recibíamos más de 100 camiones por semana, llenos de comida y kits de higiene. Ahora no nos queda nada.” La situación es tan extrema que, incluso, conseguir madera para cocinar es una carrera diaria. “Necesitamos más de 700 kilos de leña al día, y comprar un solo kilo ya es carísimo”, concluye.