El Partido Popular, culpable. Así se ha pronunciado hoy el Gobierno, que ha responsabilizado a la formación liderada por Alberto Núñez Feijóo de influenciar las reticencias de Suecia, Finlandia, Letonia y Lituania con respecto a la entrada del catalán en la Unión Europea. Los cuatro países ya se han pronunciado en contra de hacer oficial al catalán, el vasco y el gallego argumentando el elevado coste que supondría esta medida, así como las "repercusiones" que podría tener en otras lenguas minoritarias que también quisieran obtener esta oficialidad. Para intentar hacerles cambiar de opinión, el ejecutivo español ya ha asegurado que asumirá todos los costes económicos del movimiento, y ha otorgado un carácter exclusivo al catalán, el vasco y el gallego con el fin de impedir la entrada de otras lenguas europeas.

Ahora bien, los esfuerzos en vano hacen pensar al Gobierno que hay gato encerrado. En esta línea, el secretario de estado para la UE, Fernando Sampedro, ha señalado directamente al PP. Y es que, según él, el hecho de que los de Alberto Núñez Feijóo rechacen esta iniciativa hace que países gobernados por los populares en Europa no le den apoyo por influencia del partido. El apoyo del PP a la propuesta de oficializar el catalán, pues, "facilitaría" su aprobación. ¿Qué tiene de cierta esta afirmación?

El caso es que los cuatro países que hasta ahora se han pronunciado en contra de permitir la entrada del catalán, el vasco y el gallego en la Unión Europea son Estados gobernados actualmente por formaciones integradas en el Partido Popular Europeo. En Suecia, el primer ministro es Ulf Kristersson, del Partido Moderado; en Finlandia, es Petteri Orpo, del Partido de la Coalición Nacional; en Letonia, la primera ministra es Evika Siliņa, del partido Unidad; y en Lituania, la primera ministra es Ingrida Šimonytė, de la Unión Patriótica - Democristianos Lituanos. Son todos jefes de gobierno de la derecha aliada al Partido Popular de Alberto Núñez Feijóo.

Reticencias públicas

Los gobiernos de Suecia y de Finlandia ya expresaron sus reticencias a la incorporación del catalán, el gallego y el vasco como lenguas oficiales de la UE en septiembre, considerando que implicaría cargas financieras y administrativas, y señalando que "hay muchas lenguas minoritarias que no son oficiales dentro de la UE". Y un mes después, en octubre, fue Letonia quien criticó tener que dedicar tiempo a esta cuestión, asegurando que no se ampliaría "en este momento" el número de lenguas oficiales. Lituania se sumó a las críticas, señalando "el impacto político" que esta medida puede tener para otros estados miembros como el báltico, donde existe una minoría de habla rusa.

Este mismo martes, el ministro de Asuntos Europeos de Finlandia, Anders Adlercreutz, ha vuelto a afianzar las reticencias de su país en esta cuestión. En este sentido, antes de la reunión ha explicado que la "principal preocupación" de Finlandia sobre la oficialidad del catalán, el euskera y el gallego en la UE son las "repercusiones" que pueda tener en sus lenguas minoritarias. Todo eso, a pesar de su experiencia personal. "He vivido en Catalunya y entiendo la situación lingüística, pero cuando tomamos una decisión tenemos que mirar hacia dónde nos conduce", ha añadido.