Timochenko estaba a punto de finalizar su discurso. Acababa de emocionar a más de un colombiano al pedir perdón a todas las víctimas por el dolor causado por las FARC en el conflicto armado en el que el grupo guerrillero más antiguo y violento de Sudamérica ha llevado a cabo con el Gobierno de Colombia y grupos paramilitares durante los últimos 52 años. La emoción de las palabras, esperadas por otro lado, y los aplausos al líder guerrillero fueron interrumpidos por el tremendo estruendo causado por un avión de las Fuerzas Armadas colombianas, un supersónico que voló sobre las cabezas de los más de 2.500 invitados al histórico acto de la firma de un Acuerdo de Paz entre la guerrilla y el Gobierno que preside Juan Manuel Santos.

La cara de estupor y el susto pareció adueñarse de Rodrigo Londoño, al que ya se ha empezado a llamarse por su nombre verdadero y no por su apodo de Timochenko. Su discurso quedó cortado. Ya había firmado el acuerdo, pero se quedó mirando el cielo y el vuelo de los tres aviones que daban la bienvenida a la paz y a la entrega de armas del grupo guerrillero o su incorporación a la vida política del país sin violencia.

De película

Más de uno seguro que se acordó de “Londres ha caído”, la película en la que un grupo terrorista prepara un golpe en el que pretende liquidar a todos los líderes políticos que asisten al funeral del primer ministro británico, entre ellos al presidente de Estados Unidos.

Pero, aunque Cartagena tenía en alerta a todos sus hospitales y clínicas por si acaso había un incidente, la tarde del lunes 26 de septiembre no estaba preparada para caer, sino todo lo contrario. Respiraba paz. Había 15 presidentes en el acto y más de una veintena de cancilleres mundiales, además del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, el presidente del Banco Mundial, Jim Yong-Kim, la presidenta del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, y hasta el rey Juan Carlos. Todos serían testigos de un acuerdo ejemplar, pero que ahora debe consolidarse.

Cartagena de Indias, llamada la Heroica, por la resistencia que mostró su pueblo hace muchos años ante la invasión española, estaba firme. Era su día. El día de la paz. Estaba vestida de blanco para darle la bienvenida a la democracia a las FARC. Y Rodrigo Londoño, y Santos también, y todos los invitados respiraron al ver pasar los aviones.

“Esta vez venían a saludar a la paz, no a lanzar bombas”, dijo Londoño recuperando la respiración y el tono pacifista de su intervención.

Fue un susto y la anécdota de un día tan inolvidable como emocionante para los colombianos que el próximo domingo tendrán que refrendar el acuerdo de la paz en un plebiscito al que han sido convocados para votar “sí” o “no”, lo que ya ha sido calificado por el Alto Comisionado de la Paz, Sergio Jaramillo, como “una decisión de vida o muerte”.

Al emotivo minuto de silencio guardado en memoria de los colombianos ausentes al acto por culpa del conflicto continuaron las rimas cantadas a capela por las diez alabaoras de Bojayá, un municipio de Chocó, en el Pacífico colombiano, donde las FARC cometieron su acto más cruel: “Nos sentimos muy contentos y llenos de felicidad porque las guerrillas de las FARC las armas van a dejar” fue la prima rima de estas mujeres que vestían de blanco.

Ban Ki-moon invitó a pasar página en un discurso en el que también habló de una Colombia en la que ya no habrá espacio para la política basada en la violencia.

Elogios de Londoño a Santos

Londoño no olvidó a sus comandantes y soldados muertos en combate, habló de la expansión de la democracia con la firma del pacto, del comienzo de una era de reconciliación y reconstrucción de la paz. Agradeció a la comunidad internacional y a la sociedad colombiana en conjunto. Y elogió a Santos “por ser un valeroso interlocutor, capaz de sortear con entereza las presiones de los sectores belicistas”. Pidió dignidad para respetar los acuerdos y también exigió que el Gobierno cumpla los compromisos de mejorar las zonas afectadas por el conflicto. Y lo más importante: pidió perdón.

Santos no olvidó el susto y le recordó a Londoño que eran un saludo a la paz. Se emocionó el presidente en su discurso en el que comenzó con frases del himno colombiano: “en surcos de dolores, el bien germina ya”, para cambiar por “en surcos de dolores la paz germina ya”.

Impecable adversario de las FARC

Se reconoció Santos como “un implacable adversario” de las FARC cuando fue ministro de Defensa del Gobierno de Álvaro Uribe, dio la bienvenida a la democracia al grupo armado, y se comprometió a defender sus derechos porque han cambiado armas por votos y balas por ideas. E invitó a todos los colombianos, a los escépticos, quizás mirando hacia fuera de la ciudad amurallada donde se encontraba Uribe con un megáfono dando apoyo al “no”, a abrir sus brazos, la mente y los corazones al nuevo día, al amanecer de la paz, al amanecer de la Vida.