Queda menos de un mes para que Catalunya celebre una de las festividades más antiguas y singulares del calendario litúrgico: el Corpus Christi. Este año se celebra el 19 de junio, ya que es el jueves después del domingo de la Santísima Trinidad, que cae sesenta días después del Jueves Santo (que este año fue el 17 de abril). El Corpus Christi ('cuerpo de Cristo') es una celebración religiosa de la Iglesia católica dedicada a la eucaristía, es decir, al cuerpo y la sangre de Cristo representados en el pan y el vino consagrados durante la misa. En Catalunya, el Corpus no solo ha sido una fiesta religiosa, sino también una celebración cívica y cultural muy arraigada, y es que hasta bien entrado el siglo XX era una de las grandes fiestas del calendario. Entre procesiones, alfombras florales y música, destaca una tradición tanto misteriosa como encantadora: el ou com balla, una práctica única en el mundo que llena de vida y simbolismo las fuentes de los claustros y patios de edificios históricos.

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Inauguración del 'ou com balla' en la catedral de Barcelona / Europa Press

Hablemos primero un poco sobre el Corpus Christi, esta fiesta de la Iglesia católica destinada a venerar la eucaristía. La celebración la instituyó el papa Urbano IV el año 1262 con la intención de exaltar la doctrina del cuerpo de Cristo enfrente de los que la negaban. Seis siglos después, esta celebración pervive con demostraciones como procesiones o las enramadas o alfombras de flores. En Barcelona, por ejemplo, la procesión de Corpus se celebra desde 1320 y junto con Girona son de las primeras ciudades del mundo que celebraron el Corpus con una procesión. Las procesiones de Corpus se pueden entender como un antecedente a los actuales pasacalles de muchas fiestas mayores, y es que ya desde la edad media, las procesiones de Corpus no solo eran actos religiosos, sino grandes acontecimientos populares y espectaculares, donde se mezclaba la liturgia con elementos festivos, teatrales y simbólicos como gegants y nans, bestiari, música…

Otra de las expresiones características de Corpus son las enramadas o alfombras de flores, que son obras de arte naturales, bellas y efímeras. Unas obras que después serían pisadas por la procesión de Corpus y el séquito festivo.

La peculiar tradición del 'ou com balla'

Ahora que ya conocemos algunos datos sobre la historia y la celebración del Corpus Christi, pasamos a esta expresión artística tan particular como es el ou com balla. Esta tradición es plenamente catalana y une el arte, la naturaleza y la religión que, a pesar de ser una práctica sencilla, despierta mucha fascinación. Se tiene constancia de esta celebración, que es muy característica de Barcelona, desde el año 1636, y consiste en hacer bailar un huevo vacío encima del manantial de agua de una fuente cuya peana se ha adornado con abundantes flores y plantas.

Se ha identificado esta imagen con la figura de la eucaristía en el momento de la elevación, pero las alusiones del huevo a la fertilidad y la plenitud y el hecho de que esta costumbre tenga lugar justamente por Corpus pueden sugerir otras interpretaciones y lecturas. Así pues, los estudiosos discuten todavía hoy sobre el origen y el significado del ou com balla. Para algunos es una metáfora del ciclo de la vida y una referencia al tiempo y al movimiento continuo. Otros lo ven como un simple juego de entretenimiento propio de la edad media.

¿Dónde se puede ver?

Es posible ver el ou com balla en varios espacios emblemáticos de Barcelona y otros municipios catalanes dura. El lugar más icónico es el claustro de la Catedral de Barcelona, pero también se puede admirar en lugares como el Monestir de Pedralbes, el Museu Frederic Marès, el Palau del Lloctinent y la Basílica de la Puríssima Concepció, entre otros. Fuera de Barcelona, tradiciones similares se mantienen vivas en ciudades como Sitges, Tarragona, Igualada, Solsona o L'Hospitalet de Llobregat.

La celebración del Corpus en Catalunya mantiene vivo una parte importante del patrimonio cultural y religioso del país. Tradiciones como el ou com balla no solo perduran con los años, sino que despiertan el interés de visitantes y nuevas generaciones. Esta combinación de religión, simbolismo y cultura popular demuestra cómo las fiestas tradicionales pueden adaptarse al paso del tiempo sin perder su esencia.