Desde el 22 de junio al 6 de septiembre, los alumnos de primaria y secundaria tienen vacaciones escolares. Son dos meses y medio en que hay mucho tiempo libre y en que muchas veces ni ellos ni los padres saben como llenar. Esta es la primera gran consideración a tener en cuenta: no hace falta. El verano es una época del año en que hay tiempo para todo. Tiene que haber ratos para el ocio, sí, pero ante todo las vacaciones son un periodo pensado para el descanso del cuerpo y de la mente, de manera que no nos tenemos que estresar para intentar tener todas las horas cubiertas con alguna actividad. Es más, los psicólogos recomiendan que incluso haya algunos momentos en que nos aburrimos. El aburrimiento, en contra de lo que se puede creer, incentiva la creatividad intelectual y ayuda a relajar la mente por completo. Si eso es así en adultos, todavía más con los menores. Por lo tanto, no pasa nada si de vez en cuando por casa se oyen frases como "no sé qué hacer" o el mítico "me aburro".

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No obstante, un verano lleno de momentos de aburrimiento se puede hacer un punto pesado y por eso sí que conviene tener pensadas algunas actividades que pueden ser un recurso en caso de necesidad. Los días de verano se pueden hacer muy largos y especialmente las tardes. Por la mañana, con una piscina por aquí o una playa por allá, las horas pasan más o menos rápido. Pero después de comer, llega la tarde, y hasta la hora de ir a dormir a menudo puede haber más horas muertas en que puede aflorar aquel aburrimiento o aquel no saber qué hacer. Los niños y las niñas, además, tienen una concepción del tiempo en que las horas pasan más lentas y esta impresión puede acentuar esta sensación.

Para combatir este 'no saber qué hacer', aquí hay unas cuantas ideas pensadas para niños y niñas a partir de 6 años y hasta bien entrada la adolescencia. Son propuestas pensadas sobre todo cuando nos encontramos en el sitio habitual de residencia o también para lugares de veraneo de larga duración. Esta lista no parece necesaria si estamos de viaje o en una estancia corta en algún sitio; en estos casos la propia naturaleza de las vacaciones nos llevarán, seguramente, a tener planificadas la mayor parte de las horas.

Estas propuestas son solo cinco, pero es evidente que puede haber muchas más. Es más, cada una de ellas puede tener muchas versiones, de manera que en realidad pueden dar mucho más de sí que no un solo día. Son cinco ideas que se pueden improvisar en pocos minutos y que no requieren una gran preparación. Y si resulta que sí, que hace falta un mínimo de previsión, la misma preparación puede formar parte de la actividad. Es el caso, por ejemplo, de cocinar: mirar qué ingredientes nos hacen falta, ir a comprarlos y prepararlos puede formar parte de la misma tarde.

Cocinar: preparar una cena diferente para|por toda la familia

Con el verano también se agotan las ideas para cocinar. Estamos más en casa y llega un punto que estás harto de lo mismo. Un buen plan para la tarde puede ser planificar una cena diferente para toda la familia. Normalmente, para salir de la rutina tendremos que buscar platos propios de otros países. Por ejemplo, una cena mexicana requerirá hacer guacamole, cocinar burritos o descubrir qué son las 'enchiladas'. Es posible que la mayor parte de los ingredientes no los tengamos en casa, de manera que una parte de la actividad podría consistir en investigar qué nos hace falta, irlo a buscar y después prepararlo. Además, como colofón a esta cena tanto especial, se podría preparar la mesa de acuerdo con aquello que vamos a comer. ¡Esta propuesta se puede repetir tantas veces como se quiera porque países y menús no nos faltarán!

Preparar: ensayar rutas y trayectos para septiembre

Es posible que con el nuevo curso escolar, algunas rutinas cambien. También es posible que a medida que los niños y las niñas se van haciendo mayores vayan cogiendo nuevas responsabilidades. A partir de septiembre, también podría pasar que en lugar de una actividad extraescolar hagamos otra diferente. O también puede ser que algunos de nuestros amigos o familiares hayan cambiado de domicilio. Y también pasa que cuando llega la hora de la verdad, todo son prisas para saber como llegar a aquel sitio. Bien pues, el verano es un momento ideal para ensayar. ¿Cómo tenemos que ir de casa a la escuela y de la escuela al pabellón donde hacemos baloncesto? Muy sencillo: durante las vacaciones podemos hacer un ensayo general sobre el terreno. Solo tendremos que tener en cuenta que en agosto, los medios de transporte tienen una frecuencia de paso inferior a la que hay durante el curso. Pero si el trayecto es a pie, el tiempo será el mismo. Si queremos, podemos hacer un ensayo acompañado de un adulto, eso sí, se aconseja que el adulto intervenga el mínimo para facilitar la máxima autonomía al menor.

Bricolaje: Pintar un mueble viejo

En casa siempre hay alguna tarea a hacer. Acostumbran a ser trabajos que dejamos "para cuando tengamos tiempo" y van quedando pendientes durante todo el curso. Es el caso del bricolaje o de aquellas intervenciones que no viene de una semana hacerlas como puede ser pintar un mueble viejo, colgar un cuadro o colocar una estantería que, de paso, nos servirá para tener arreglados los libros o los papeles. Dicho así, puede ser poco atractivo porque todo aquello que tiene que ver con el orden a menudo viene acompañado de alguna mueca no necesariamente entusiasta. En este caso tenemos que jugar con dos otros conceptos: el de la satisfacción que da el resultado (el bricolaje es muy agradecido en cuanto a resultados) y también el del trabajo comunitario. En este sentido, pintar un mueble viejo puede ser una buena idea porque comporta rato de preparación, es divertido a la hora de pintar y, no nos engañemos, cuando vienen visitas acostumbramos a presumir recordando que aquello no es de ninguna tienda sino que lo hemos hecho nosotros. Además, envía un mensaje muy potente sobre la posibilidad de reciclar muebles y no tener que comprar cada dos por tres.

Jugar sin pantallas: maratón de juegos de mesa

Si una tarde de verano se puede hacer larga, si llueve y nos tenemos que quedar en casa todavía más. O a la inversa: si hace demasiado calor y demasiado sol y no podemos salir hasta bien entrada la noche, también. Si, por lo qué sea, nos tenemos que quedar unas horas en el piso o en el apartamento, hay una infinidad de juegos de mesa que nos pueden distraer de manera muy eficaz. Hay juegos de mesa que, por su mecánica, tienen partidas que pueden durar horas. Eso puede ser aconsejable en niños y niñas más mayores. En niños y niñas con menos edad, quizás sería recomendable ir variando de juegos y que cada cierto tiempo haya la sensación de que hay un nuevo incentivo. Si solo tenemos cartas, podemos buscar infinidad de juegos que, con la misma baraja, pueden dar mucho de sí. Si tenemos más recursos, podemos ir variando. Para darle un sentido a este maratón de juegos de mesa podemos hacer una clasificación y al final de la tarde comprobar quién ha ganado más partidas y dar un premio no económico al vencedor: quien gana, por ejemplo, no pone la mesa aquella noche.

Descubrimiento: ver rincones ocultos del sitio donde estamos

¿Cuántos catalanes no han sido nunca a la Sagrada Familia y eso que está a menos de una hora en transporte público de la mayoría de la población? ¿Y de nuestro municipio, sabemos cuántas iglesias o ermitas tenemos escondidas? ¿Cuáles son las casas más antiguas de nuestro pueblo o ciudad? ¿Hay alguna leyenda sobre el municipio donde vivimos? ¿Y si es así, en qué lugares pasa? Son preguntas que nos podemos hacer y que, nuevamente, por culpa de la rutina durante el curso escolar no tenemos tiempo de contestar. O como mínimo de investigarlas in situ. Y eso que muchas veces, seguramente, habremos pasado a pocos metros camino de la escuela, del campo de fútbol o del supermercado. Ahora es un buen momento para saber cuáles son aquellos rincones ocultos que, por motivos diversos, no hemos acabado nunca de visitar. Eso es posible tanto si estamos en el lugar habitual de residencia o si estamos en el sitio de veraneo: seguro que el pueblo que nos acoge tiene historias que no sabemos. Sea en un lugar o en otro, el conocimiento de estos lugares (que pueden ser edificios, plazas, establecimientos emblemáticos o parajes naturales) nos hará sentir más arraigados al sitio donde estamos y tendremos una cosa más a explicar a nuestras amistades.