Limpiar la casa puede que no sea tu actividad favorita del día, pero es una de esas cosas que, quieras o no, hay que hacer. No solo para tener todo ordenado, sino también para mantener lejos virus, bacterias y olores que acaban afectando la salud y el bienestar. Dentro de las tareas domésticas, la cocina suele ser una de las zonas que más trabajo da, y con razón: se cocina a diario, se ensucia más rápido y acumula grasa y restos de comida por todas partes.

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Uno de los grandes olvidados cuando se trata de limpieza es el horno, ya que muchas veces creemos que no es primordial tenerlo limpio. Lo usamos para hacer platos al horno, calentar comida o gratinar, pero rara vez nos acordamos de limpiarlo… hasta que lo abrimos y nos invade un olor raro o vemos que el cristal está oscuro y lleno de manchas.

¿Por qué es importante limpiar el horno?

Además de por razones evidentes de higiene, mantener el horno limpio ayuda a que funcione mejor, que no haya humo ni malos olores y a que tus comidas no acaben impregnadas de sabores ajenos. Cuanto más tiempo dejes que se acumulen los restos quemados o la grasa, más costará quitarla después.

Y no hace falta recurrir a productos caros o llenos de químicos. Con un poco de vinagre, bicarbonato y paciencia, puedes dejar el horno como nuevo. Así lo explica Sara San Angelo, experta en limpieza y creadora de la web Confessions of a Cleaning Lady, donde comparte consejos caseros y sencillos, pero muy efectivos.

Cómo dejar el cristal del horno brillante por fuera

Si lo que quieres es mejorar la apariencia exterior del horno, donde más se nota la suciedad, mezcla en un pulverizador, agua y vinagre a partes iguales. Pulveriza bien toda la superficie del cristal, deja actuar unos minutos y luego pásale un paño de microfibra. Así eliminas huellas, grasa superficial y le devuelves el brillo.

Si tu horno tiene acabados de acero inoxidable, es preferible que uses un limpiador específico para ese tipo de material, para no dejar marcas ni rayarlo.

Para el interior del cristal, el truco de la pasta mágica

Ahora bien, la parte interior del horno (la que más sufre) requiere un poco más de atención. Haz una pasta mezclando media taza de bicarbonato de sodio con un chorrito de agua. Si quieres que limpie aún mejor, añade unas gotas de jabón lavavajillas. Aplica esta mezcla directamente sobre el cristal interior, extiéndela bien y déjala reposar unos 15 minutos.

Después, con una esponja suave (no abrasiva), frota suavemente para desprender toda la suciedad. Por último, retira los restos con papel de cocina o un paño de microfibra húmedo. El resultado es sorprendente: un cristal limpio, sin olores y sin esfuerzo excesivo.

¿Cada cuánto hay que hacerlo?

No hay una regla fija, pero lo ideal es hacer una limpieza más a fondo cada pocas semanas, dependiendo del uso que le des. Eso sí, nunca lo limpies en caliente: espera siempre a que esté completamente frío y si puedes, retira los restos de comida o grasa cada vez que termines de cocinar. Solo te llevará un minuto y evitarás que se acumulen suciedades que luego cuesta más eliminar.