La Camarga es algo más que el hemidelta occidental del Ródano. Y es algo más que un parque natural. Es ese territorio donde se hunden las raíces más remotas de nuestra historia. Es ahí donde Flavius Paulus, en el año 673, lideró una rebelión que no triunfó, pero que tenía el objetivo de independizar la Narbonense y la Tarraconense del poder central hispanovisigótico de Toledo. Es ahí donde, en el año 756, los reyes francos Pipino el Breve y Berta la del Pie Grande iniciarían la empresa de conquista de las viejas provincias de Flavius Paulus: la Marca de Gotia, que sería el territorio más meridional del Imperio carolingio.

1. El grupo en la cripta de la Abadía de Sant Geli de la Camarga. Fuente Marc Pons
El grupo en la cripta de la abadía de Saint-Gilles de la Camarga / Fuente: Marc Pons

Y es ahí donde, en el año 1208, empezaría la terrible y sanguinaria cruzada contra los cátaros, que acabaría con el proyecto de construcción de un estado catalanoprovenzal. Actualmente dividida por una línea que solo está en los mapas y que la trocea entre los departamentos franceses de Gard y de Bocas del Ródano, se nos presenta como una extraordinaria concentración de patrimonio natural e histórico. La Camarga es uno de los últimos espacios deltaicos del Mediterráneo occidental, y es, también, uno de los mejores testimonios de las civilizaciones romana y carolingia. La cultura que late en el corazón de nuestra identidad nacional.

2. El grupo en el Puente de Gard. Cedida José Luis Marro
El grupo en el puente del Gard / Fuente: Cedida por José Luis Marro

Saint-Gilles de la Camarga

Tras un viaje en parte en tren de alta velocidad (Barcelona-Figueres) y en parte en autocar (Figueres-la Camarga), llegamos a Saint-Gilles, un pequeño pueblo de 2.000 habitantes situado en el centro del hemidelta. En Saint-Gilles visitamos la majestuosa abadía románica y su enigmática cripta (tan grande como el propio templo principal), que en el año 1208 albergó la reunión entre Simón de Montfort —jefe mercenario al servicio de la corona francesa— y el inquisidor Arnaldo Amalric —legado pontificio— para emprender la terrible operación de exterminio de los cátaros, que se saldaría con más de 50.000 muertos.

3. El grupo en la galería del agua del Puente de Gard. Cedida Elisenda Martí
El grupo en la galería del agua del puente del Gard / Fuente: Cedida por Elisenda Martí

Nimes

Saliendo de Saint-Gilles, fuimos a Nimes, capital de la Camarga —extremo norte de la Narbonense— desde la época romana y situada sobre la divisoria entre la placa continental y la tierra de aluvión deltaico. Nimes, nuestro campo-base, es elegante y melancólica a la vez, y nos acogió en un aparthotel situado frente al anfiteatro romano. La primera noche tuvimos una primera toma de contacto con la ciudad a través de sus calles más céntricas, que se disponen, desde la edad media, en torno al anfiteatro, y de su gente: era viernes y era la víspera de la representación de la obra Rómulo y los romanos y había una gran animación.

4. El grupo en el Anfiteatro de Nimes, Representación de la obra Romul y los romanos. Cedida Josep Maria Llull
El grupo en el anfiteatro de Nimes, representación de la obra Rómulo y los romanos / Fuente: Cedida por Josep Maria Llull

Al día siguiente por la mañana fuimos al puente del Gard, pero durante la tarde hicimos una profunda inmersión en la historia y en la sociedad de Nimes. Nuestra primera visita fue al anfiteatro, un edificio con más de 2.000 años de historia que no ha perdido nunca su funcionalidad. En la antigüedad fue un escenario de luchas de gladiadores; en la edad media, un mercado; en la época del Renacimiento y de la Ilustración, un gran teatro, y más recientemente un coso taurino. Nosotros fuimos allí para asistir a la obra que se interpreta una vez al año Rómulo y los romanos, representada por actores amateurs locales. Es una gran fiesta sociocultural local.

5. El grupo en la Maison Carrée. Nimes. Cedida Juanjo Bellver
El grupo en la Maison Carrée. Nimes / Fuente: Cedida por Juanjo Bellver

Pero Nimes es algo más que el anfiteatro. Es también la Maison Carrée, un templo romano que, posteriormente, en la edad media, sería adaptado como basílica y como palacio de justicia. Después de visitar la Carrée y sentirnos como unos augures, fuimos hasta los melancólicos Jardines de la Fontana, construidos durante la época de la Ilustración (siglo XVIII) sobre los restos de la ciudad noribérica de Namaus. Sí, sí... "nuestros" noribéricos poblaban la Camarga. Y allí visitamos el Templo de Diana —un santuario de la época romana, posteriormente convertido en convento cristiano— y la catedral románica de San Castor, situada en el centro de un entramado de calles y callejuelas medievales.

6. El grupo en el Templo de Diana. Nimes. Cedida Juanjo Bellver
El grupo en el Templo de Diana. Nimes / Fuente: Cedida por Juanjo Bellver

El puente del Gard

El puente del Gard no es un pueblo. Es el acueducto romano más alto jamás construido. Su canal de agua —lleno de marcas de los picapedreros que lo construyeron— está situado sobre dos pisos de arcos, a cincuenta metros sobre el río que cruza. El acueducto, que llevaba agua a las fuentes de Nimes desde las cordilleras interiores hasta la ciudad de Nimes, perdió su función en el siglo VI, pero se convirtió en una vía pedestre que, durante siglos, uniría Usés y Nimes. Entre 1580 y 1640, por ese puente pasaron miles de personas que, huyendo de la violencia religiosa, buscaron refugio en Catalunya y acabaron representando la tercera parte de la población de nuestro país.

7. El grupo en los Jardines de la Fontana. Cedida Juanjo Bellver
El grupo en los Jardines de la Fontana / Fuente: Cedida por Juanjo Bellver

Les Carrières de Lumières

Les Carrières de Lumières (las Canteras de las Luces) es un espacio "recuperado". Las antiguas canteras de Les Baux-de-Provence, situadas en las faldas de los "Pequeños Alpes" (los Alpes provenzales), fue nuestra incursión en la Provenza, el país que comparte con el nuestro, entre muchas otras cosas, la raíz cultural y lingüística, las armas de la senyera cuatribarrada y la tradición de los trovadores medievales. Las Carrières son, como decíamos, una antigua cantera de paredes cortadas en vertical sobre las que se proyectan imágenes animadas. Nosotros estuvimos con la exposición temporal de Monet, para jugar con su obra, pasear por sus paisajes e interactuar con sus personajes.

8. El grupo paseando al lado de las terrazas del Boulevard Victor Hugo. Nimes. Cedida Oti Alberca
El grupo paseando junto a las terrazas del Boulevard Victor Hugo. Nimes / Fuente: Cedida por Oti Alberca

Arles

Arles es la hermana pequeña de Nimes. Pero no siempre ha sido así. Durante la época romana, compitió por el liderazgo provincial de la Narbonense con Narbona (la capital). Arles, a pesar de estar situada en la otra orilla del brazo más occidental del Ródano, siempre ha estado más unida a Nimes, Montpellier y Narbona, que a Aviñón o Marsella. Pegada al río y dispuesta sobre una pequeña colina orientada hacia el Languedoc, mira con pesar el país del que fue separada por el jacobino administración francés. Pequeña y melancólica, conserva con celo un extraordinario pasado monumental que nosotros queríamos "descubrir".

9. El grupo en las Carrieres de les Llums. Los Baos de Provenza. Cedida José Luis Marro
El grupo en las Carrières de Lumières. Les Baux-de-Provence / Fuente: Cedida por José Luis Marro

Arles nos saludó en la plaza de la República, que reúne en un solo espacio urbano la catedral románica, la casa consistorial y la casa de Jeanne Calment, la persona más longeva de la historia mundial. A los 90 años, tras enterrar a su marido, su única hija y su único nieto, firmó una hipoteca vitalicia —la de la casa de la plaza de la República— con un notario-prestamista que estaba convencido de que hacía un gran negocio. Jeanne vivió hasta los 122 años. Asistió al entierro del notario-prestamista y su viuda acabaría pagando una auténtica fortuna por la casa de Jeanne. A su lado, la catedral, un templo majestuoso que podría contar esta y mil historias más.

10. El grupo en el Anfiteatro. Arles. Cedida José Luis Marro
El grupo en el anfiteatro. Arles / Fuente: Cedida por José Luis Marro

Arles también tiene su anfiteatro romano. No tiene el mismo estado de conservación que el de Nimes, pero queríamos saber cómo ese espacio había transitado de escenario de luchas de gladiadores —en la antigüedad— a edificio plurifamiliar de docenas de viviendas —en la edad media. En Arles también visitamos el teatro romano, escenario —en otro tiempo— de representación de mil tragedias. Y, finalmente, bajamos hasta los criptopórticos, unas enigmáticas galerías subterráneas que en la época romana recorrían el subsuelo del foro (la gran plaza del mercado y del templo) y que después —durante siglos— han sido refugio de ataques y de bombardeos y receptáculo de los secretos más inconfesables.

11. Parte del grupo en la plaza del Anfiteatro. Arles. Cedida Ramon Bonete|Bonetero
Parte del grupo en la plaza del anfiteatro. Arles / Fuente: Cedida por Ramon Bonet

Parque Natural de la Camarga

Nuestra última "experiencia" en la Camarga fue una incursión en 4x4 al interior del parque natural. Un "safari". Durante toda la mañana, visitamos todos los rincones de ese enorme espacio protegido, para sumergirnos en la calma de ese espacio preservado y observar y fotografiar a los caballos y los toros que viven en libertad, y a los flamencos, que, con sus largas patas, son la imagen icónica de esa gran marisma pantanosa. Durante nuestro recorrido, tuvimos ocasión de detenernos en una casa tradicional del delta camargués: el Mas del Notari. Sí, sí… en el Languedoc y en la Provenza, las casas de campo también se denominan tradicionalmente "mas".

12. El grupo en los Criptoportics. Arlés. Cedida Xavier Canto Rodado
El grupo en los criptopórticos. Arles / Fuente: Cedida por Xavier Palet

En el Mas del Notari, actualmente un pequeño productor de alimentos tradicionales, realizamos una cata de embutido de toro y de vino de la Camarga (negro y blanco de los secanos). Luego rodeamos Aigues-Mortes, la curiosa ciudad medieval trazada con un innovador plano reticular, y, más tarde, en el Mas de la Comtessa, tomamos un aperitivo de mejillones del delta… ¡¡¡de la Camarga!!!, y una comida elaborada con productos tradicionales del lugar. La Camarga, de Saint-Gilles al parque natural, nos ha mostrado su alma, construida con piedras de montaña, tierra de marisma, agua medio dulce y medio salada, y viento de tramontana.

13. El grupo en el Mas del Notario. Parque Natural de la Camarga. Cedida José Luis Marro
El grupo en el Mas del Notari. Parque Natural de la Camarga / Fuente: Cedida por José Luis Marro