¿Por qué decir botas de montaña si podemos decir chirucas? Ante la irrupción del trekking, hiking, trail, camping, nordic walking, running y otros anglicismos, chiruca puede ser la candidata perfecta para reivindicar el catalán en un momento donde el sector del ejercicio físico está rodeado de anglicismos. Aunque es una palabra que encontramos en el diccionario de la RAE, parece ser que en castellano no es tan común como en catalán. Así que, si vamos por el mundo, especialmente por la montaña, seguro que nos encontraremos con algún grupo de excursionistas catalanes hablando de xiruques (o puede que estos seamos nosotros mismos) que, hablen en el idioma que hablen, seguirán llamando así al calzado de senderismo. Como consecuencia, si a alguien se le ocurre preguntar qué es una xiruca, este alguien despistado se puede encontrar con la siguiente respuesta (totalmente verídica): "¡Sí, hombreee! Xiruques, eso... Pues... Eso que... ¡Xiruques, de toda la vida! Todo el mundo sabe lo que son". La chiruca como verdad absoluta sin respuesta absoluta. De este modo, una sola palabra se convierte en un método infalible para detectar catalanes rondando por el mundo. Es por eso que, en este artículo de La Tumbona, no nos volveremos a centrar en las anécdotas que revelan que eres un catalán viajero, si no de dónde viene la palabra chiruca.

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El origen de la palabra 'chiruca'

Encontramos el origen de la palabra chiruca directamente en una marca, Chiruca, que comercializaba estas botas bajas especialmente pensadas para caminar o trabajar. Este calzado se popularizó rápidamente porque era muy resistente y cómodo. Tan populares fueron que, en castellano (y especialmente en catalán), la marca pasó a denominar todos los zapatos de este estilo, hasta el punto que podemos encontrar la palabra chiruca en el diccionario en un solo clic. Ahora bien, este fenómeno lingüístico de pasar de nombre propio a nombre común no es exclusivo de las chirucas, es un recurso bastante habitual de los hablantes, que, si nos ponemos técnicos, es un tipo de habilitación o transcategorización. Si hacemos memoria y nos trasladamos a las clases de lengua en el instituto, también nos sonará la metonimia, coger la parte por el todo. A partir de este recurso, tenemos palabras como bamba, celo, chupachups, velcro, rímel, tuper... desgraciadamente, no todas han tenido la misma suerte de entrar en el diccionario. La operación de marketing perfecta: fabricar un producto y que la marca quede inmortalizada en una lengua para designar todo aquello que haga la misma función. También es cierto que la mayoría de estas marcas que se han convertido en un nombre común han creado cosas innovadoras y eso hace que los hablantes identifiquen automáticamente el nombre propio con el producto que acaba de llegar a sus vidas; nombre, por otra parte, seguramente bien visible y llamativo, además de bien pensado y fácil de recordar. Todo a favor.

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La historia de la marca Chiruca

Sin embargo, no sólo la palabra chiruca tiene una historia curiosa, el origen de la marca también es bastante interesante. Todo empezó con un avión derribado de la Primera Guerra Mundial que cayó en Tortellà, en la Garrotxa, casualidades de la vida, el pueblo del ingeniero textil Esteban Fontfreda. Los restos de este avión sirvieron para que Fontfreda hiciera un molde para una suela de goma. En aquel momento, ya se había fijado en las botas que llevaban los exiliados franceses que llegaban a Catalunya y le parecía que aquellas suelas de goma eran más prácticas que las de esparto que ya fabricaba su familia. Así pues, dos años después, en 1916, la mayoría de catalanes y españoles, especialmente campesinos y trabajadores, ya llevaban en sus pies los zapatos de Fontfreda. En los años cuarenta, después de algunas innovaciones y ante la popularidad de los zapatos, decide crear la empresa Chiruca. ¿Pero de dónde sacó este nombre? Resulta que la mujer de Esteban Fontfreda se llamaba Mercedes, y el apodo afectuoso de este nombre en gallego es... ¡Chiruca! Además, en aquel momento también tenía mucho éxito una obra de teatro que se titulaba... ¡Chiruca! Así todo apañado. El origen del nombre que ha denominado todo el calzado de los excursionistas catalanes y más allá.

Chirucas, el símbolo de la revolución

Parece que las chirucas, además de gustar a los campesinos y obreros, eran especialmente útiles para correr delante de los grises en las manifestaciones en contra de la dictadura de Franco. De este modo, las chirucas se convirtieron en un símbolo del movimiento revolucionario obrero y antifranquista, hasta el punto que incluso traspasaron fronteras y llegaron a los pies de las protestas en contra de la Guerra de Vietnam en los Estados Unidos. Así que todos los intelectuales y progresistas del país iban calzados con botas Chiruca —ríete, tú, de las chaquetas de pana—. Ahora bien, ironías de la vida, paralelamente, en la propaganda del NO-DO también podíamos ver a Franco yendo a cazar con chirucas.

En Catalunya, además de ser un símbolo revolucionario antifranquista, también se vinculó a los movimientos excursionistas (que, obviamente, las llevaban para ir de excursión) y, por lo tanto, a los valores del catalanismo. Así pues, a la vez, también es un símbolo de la catalanidad y de la tradición, y quizás por eso ha arraigado con tanta fuerza el nombre xiruca en catalán. Pero la marca Chiruca no solamente aportó una nueva palabra a la lengua catalana, sino que esta incluso tiene un derivado, xirucaire, que se utiliza en un sentido más irónico para hacer referencia a todo este mundo excursionista catalán.

Oda a las chirucas

Chirucas vs. bambas, el triste final

Ya lo dicen, no hay bien que dure ni mal que no se acabe. Un buen día, llegaron las bambas para hacer competencia a las chirucas, y, sí, las deportivas blancas y modernas ganaron la batalla. En los años setenta la empresa Chiruca deja de fabricar las míticas botas. Ahora bien, no todo son malas noticias para los nostálgicos: el año 1986 una empresa de La Rioja compró los derechos de las Chiruca y, si bien es cierto que se especializaron en calzado técnico de escalada y senderismo que poco se parece a las tradicionales Chiruca, a día de hoy podemos encontrar el diseño de las chirucas clásicas que marcaron una generación y que, incluso, nos cambiaron la lengua.

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