Una de esas frases que seguro que has escuchado antes es que "todo el mundo debería trabajar de cara al público al menos una vez en la vida". Y muy probablemente haya sido de boca de un camarero. De hecho, otra cuestión recurrente es comentar que si quieres conocer realmente a alguien, entonces debes fijarte en cómo trata a quien le sirve a un bar. Por eso, en La Tumbona de ElNacional.cat hemos querido recopilar todas aquellas cosas que los camareros odian que hagas en el bar. Lee con atención, ¡quizá no eres tan buen cliente como crees! 

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1. Sentarse sin preguntar y escoger la mesa sucia

Seguramente en el bar pequeño del barrio o del pueblo te podrás sentar directamente donde quieras sin tener que preguntarlo, pero cuando te vas de viaje o te encuentras en una zona más concurrida es mejor que te esperes antes de sentarte. Pregunta a un camarero si hay alguna lista de espera, especialmente en la terraza, o si te puedes sentar en cualquier mesa libre. Si te dejan escoger una mesa cualquiera no escojas la que todavía no han recogido, porque si no lo han hecho es porque están ocupados con otras cosas, y te podrán atender más deprisa si la mesa donde te sientas ya está limpia. Por otra parte, y eso aplica para todos los bares, no juntes mesas por iniciativa propia, siempre pide permiso antes.

2. Llamar al camarero como si fuera un perro

Cuando necesites que el camarero venga a tu mesa, no lo llames con un silbido ni chasquees los dedos con un "tss" o "eh tú". Los camareros son personas, no perros. Ahórrate también las fórmulas "jefe" "guapa" o "chaval". Es mejor que levantes la mano o intentes hacer contacto visual. Si no, utiliza fórmulas más educadas como "disculpa" o "perdona". Y no des órdenes. El "ponme un café, tráeme otra cerveza" se puede sustituir por "cuando puedas, me podrías traer un café", o "disculpa, ¿te podría pedir otra cerveza?". Es una frase más larga, sí, pero más amable. Por otra parte, fíjate si el camarero está libre o no, y nunca lo interrumpas cuando está atendiendo otra mesa. No conseguirás que te atienda antes y además entorpecerás su trabajo.

3. No mirar la carta

Antes de pedir, lee la carta. El camarero no tiene por qué tener que repetirte de memoria todos los platos y no le hará mucha gracia que le pidas unas bravas cuando estás en una pizzería. Eso no quiere decir que no puedas consultarle una duda o pedirle recomendaciones, claro está. Tampoco intentes hacer combinaciones de ingredientes para crear un plato a tu gusto, intenta ceñirte a las opciones que tienes disponibles.

4. Ignorar al camarero cuando te está hablando

Una de las actitudes más odiosas, sin duda, es cuando los comensales están mirando el móvil o están hablando entre ellos y no prestan atención al camarero. No hace falta que interrumpas en seco la conversación que estabas teniendo, pero si te hace una pregunta, no lo ignores. Y todavía más importante, cuando llega para repartir platos o bebidas, colabora y saca el móvil u otros objetos que hayas dejado encima de la mesa y que no dejan espacio libre. Si sois un grupo grande, fijaos si el camarero puede acceder bien a la mesa, y en caso contrario moveos un poco para que descargue la bandeja con comodidad. Eso sí, nunca intentes coger una copa de la bandeja, porque el cambio de peso le puede hacer perder el equilibrio y que se caiga todo lo demás. 

5. Pedir por fascículos

Intenta hacerte a la idea de todo lo que quieres pedir desde el principio. Para los camareros es irritante y poco eficiente tener que hacer cuatro viajes, primero para llevar un café, y ahora un vaso con hielo, luego la sacarina, después el cenicero, y ya que estás la cuenta. Párate a pensar qué quieres y dilo todo de golpe. Y si sois un grupo grande, intentad organizaros y hacer rondas, en vez de ir pidiendo copas una por una. En este capítulo entran también los indecisos. Si te sientes presionado a tener que escoger y no sabes todavía el qué, es preferible que le pidas unos minutos de prórroga al camarero, en vez de hacerlo esperar mientras piensas si quieres el zumo de piña o el de melocotón.

Party Down
Escena de la serie 'Party Down' / Foto: Starz

6. Ser maleducado

En el bar de toda la vida seguramente te tomarás más confianzas, pero si vas a un bar nuevo tienes que tener en cuenta que quien te atiende no es un amigo, sino que está trabajando. Así que evita hacerles bromas, hacerlos partícipes de vuestra conversación o piropear a las camareras. Y ten un poco de consideración. Si son las 16 h, es normal que la cocina ya no esté abierta. Insistir para que te preparen un plato resulta de muy mala educación. De la misma manera, si es tarde y solamente queda tu mesa, no tardes en marcharte. Los camareros también quieren ir a ver a sus amigos y a la familia.

7. Dividir la cuenta

Un punto polémico, todavía más tratándose de Catalunya, donde —no nos engañemos— la pela és la pela. Dividir la cuenta entre los comensales es bastante común, pero para los camareros es un suplicio, sobre todo en horas punta. Sin embargo, aclaremos exactamente cuál es la queja. El problema no es tanto cuando se divide en un importe fijo la cuenta entre los comensales. El camarero perderá tiempo igualmente, y os lo agradecerá eternamente si paga uno y después os hacéis bizums, pero no es tan grave. Lo que más les molesta es cuando los clientes quieren pagar sólo algunos ítems, o peor todavía, cuando quieren dividir las tapas y sumarlas al precio de las bebidas que se ha tomado cada uno. El colmo es cuando, encima, quieren que sea el camarero quien haga las matemáticas. Quizás encuentras injusto que si tu amigo ha comido más que tú, o que si tú vas justo de pasta, tengáis que pagar lo mismo. La idea es ser más solidarios, con los amigos y con los camareros.

8. No dejar propina

Es el debate eterno entre los que piensan que el cliente no tendría que ser quien compense los sueldos bajos de los camareros y aquellos que creen que solo es una muestra de gratitud, y no un sobresueldo. Los camareros siempre agradecerán que les dejes propina, sea alta o baja. Eso sí, si vas a dejar una moneda de 5 céntimos, preferirán que no dejes ninguna.

9. Dejar la mesa hecha un asco

Las historias de lo que se han llegado a encontrar los camareros en las mesas darían para una película de terror. Montañas de cáscaras de pipas, toallitas, pañales... todo lo que te puedas imaginar. Si en el momento de marcharte ves que has dejado restos de algo que no sea lo que has consumido allí, harías bien en cogerlo y tirarlo en una papelera próxima.

10. Preguntar si el bar está cerrado cuando claramente lo está

Es todo un clásico. Son casi la 1 de la madrugada, la persiana está a la mitad, pero un cliente lleno de confianza se asoma y pregunta: ¿"Estáis cerrando"? Es posible que los camareros decidan ignorarlo por completo, o respondan con otro clásico: "No, es que ya estamos preparando los desayunos". Se tiene que aplicar el sentido común. Si es tarde, no queda ningún cliente y los camareros están recogiendo, es evidente que está cerrado. Y no, tampoco pueden venderte nada para llevar, aunque sea "un momentito". Si está cerrado, está cerrado.

Si tienes claras estas normas, felicidades, eres un cliente excelente, así que si quieres seguir aprendiendo otras cosas en La Tumbona, te contamos todo sobre las mejores playas para perros de Catalunya, una recopilación de frases hechas para esparcir la lengua en las vacaciones o las cosas que puedes (o no) llevarte de la habitación de un hotel.