Descifrar a Carles Puigdemont es el arte en el que se afanan los diarios. Ninguno lleva nada nuevo pero no es una opción titular la portada diciendo que no tienes ni idea de lo que la gente quiere saber y vuelva usted mañana. Este domingo, a los diarios les toca periodismo creativo para aparentar que saben o que tienen material nuevo. La Vanguardia sigue punto por punto su manual de pressing político —siempre tan previsible— y abre anunciando que "los empresarios catalanes apuestan por el pacto de [Pedro] Sánchez y Junts". En el editorial especifica que se trata de "la élite empresarial". Da igual, son eufemismos para no nombrar a nadie en concreto, disimular que es noticia de una sola fuente y que el título no pierda peso ni credibilidad. Para impresionar. En este contexto anónimo, "los empresarios catalanes" suelen ser algunos directivos de algunas patronales y entidades corporativas más unos cuantos altos ejecutivos de los que tanto se ofrecen para hacer de mediadores en el conflicto español (o catalán, como más te guste) como para desbloquear la ampliación del Prat o el corredor mediterráneo. Como hasta ahora nunca se la juegan, todo suele acabar en humo de titulares y chispazos de tertuliano. La portada añade que "líderes económicos [más eufemismos] sabían desde hace meses de la disposición de Puigdemont a negociar un acuerdo". Es curioso que no lo hayan dicho hasta ahora. Quizás es el don de la oportunidad —o quizás es la miseria del oportunismo.

La Vanguardia también dedica el editorial a promover la cosa y utiliza su pirotecnia retórica habitual: "negociación", "entendimiento", "oportunidad", "pragmatismo", "construir puentes", "encuentros discretos", "contactos", "pacificación", "generosidad", etcétera, etcétera, referida a la "financiación económica" (¿quizás quieren decir autonómica?), las "inversiones infraestructurales" (sic), etcétera, etcétera. Esta vez no aparecen los conceptos "diálogo" ni "concordia" —ya habrá oportunidad. El editorial tampoco menciona la autodeterminación ni la amnistía, que es de lo que quieren tratar Junts y Puigdemont. Aparecen, sí, en la pieza que abre la sección de Economía de la que cuelga la portada, en el párrafo decimotercero y antepenúltimo, a propósito de una reunión del pasado mayo entre Puigdemont y Josep Sánchez Llibre, el presidente del Foment, a la principal patronal catalana, "entre otros" a quienes se describe como "interlocutores económicos" —aquí "económicos" no significa baratos, se entiende— y como la "burguesía catalana" con afán de querer ser "políticamente determinante en Madrid". Muchos tópicos muy de los años 90 del siglo pasado.

El resto de diarios también intenta resolver el jeroglífico, unos con más gracia que otros. Ara, por ejemplo, no apuesta por ninguna interpretación y abre la portada con el título "El dilema de Puigdemont", como quien no quiere pillarse los dedos. Si se entiende en su significado más directo, es un título equívoco porque no parece que Puigdemont, hasta ahora, so far, tenga ningún "dilema" tal como lo define el diccionario: una situación problemática en que debe seguirse uno u otro de dos caminos. De hecho, este mes, el presidente exiliado ya ha declarado dos veces abiertamente —una al mismo diario Ara—qué no pactará con Pedro Sánchez, a quien considera un liante, un trolero y un engañador del que no se fía. Es verdad que lo dijo en campaña, cosa que da pie a no tomárselo a rajatabla. De hecho, Puigdemont no es tan contundente en el largo tuit que ha publicado este sábado.

Eso mismo dice El Mundo en portada, con picardía para que parezca que se han entrevistado con el exiliado en Waterloo y le han descubierto todos los secretos. En realidad solo lo han visto tomarse unas fotos con una familia de Prats de Luçanès pero el diario vende un refrito de noticias de días anteriores y el tuit del sábado como si hubiera descubierto un nuevo planeta. El esfuerzo del periodista por llenar y llenar es cómico. En fin. Es El Mundo. Ninguna sorpresa. El País también abre con la cosa y como tampoco tiene ninguna información nueva ni de peso hace un título simpático para encabezar la portada: "PSOE y Sumar buscan una pista de aterrizaje para Junts". "Pista de aterrizaje" es un concepto gracioso por lo que supone de descripción implícita del partido independentista como un artefacto volador averiado que necesita rescate. En el texto tratan a Junts con cuidado insólito y se apresuran a explicar que piden cosas casi imposibles (autodeterminación, amnistía...) pero "sin recurrir a ultimátums", como buenos chicos. ABC es una voz discordante: en un subtítulo enseña la patita de su apuesta: una gran coalición PP-PSOE. No lo dice así, sin embargo. Utiliza un sintagma larguísimo: "opciones mesuradas [como] las que tradicionalmente se coaligan en el resto de Europa para salir del desbloqueo". Es una señal clara que eso de la gran coalición no se lo creen ni ellos.

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