Tal día como hoy del año 1870, hace 153 años, la Vila de Gràcia (en aquel momento la tercera aglomeración demográfica del país, detrás de Barcelona y de Reus) se rebelaba contra la ley decretada el gobierno del general Prim, presidente del ejecutivo español, de reclutamiento militar forzoso de una parte de la población masculina joven. Aquella ley, llamada popularmente ley de quintas, obligaba a uno de cada cinco chicos a formar parte del ejército durante tres años. La misma ley había estipulado que con el pago de la cantidad de mil pesetas (el equivalente actual a cuarenta mil euros), el "quintado" quedaba libre de sus obligaciones militares.

En Barcelona, el responsable de la aplicación de esta ley fue Eugenio de Gaminde y Lafont, capitán general de Catalunya; que ordenó movilizar al ejército contra las ciudades y villas que se resistían a los reclutamientos forzosos. Cuando Gaminde tuvo conocimiento de que la Vila de Gràcia se había rebelado contra la ley de quintas, envió varias compañías de infantería y de artillería, pero no se atrevieron a entrar en el interior del núcleo, por la resistencia que presentaba la población civil. Durante los primeros combates, una mujer anónima no dejó de blandir “la Marieta”, la campana de Gràcia que, más adelante, daría nombre a la cabecera de una popular publicación.

Durante los cinco días que duraron los combates, los militares bombardearon insistentemente la Vila de Gràcia, y provocaron veintisiete muertes civiles y la destrucción de buena parte del parque inmobiliario de la ciudad. Cuando rompieron la resistencia, el ejército español se entregó al infame saqueo de tiendas, bodegas, obradores, pequeñas fábricas y casas particulares de familias de clase trabajadora y de extracción humilde. Y la mujer anónima que blandía la campana, que resultó ser una abuela de la villa, fue recluida en el penal de Alcalá de Henares (Castilla). Sería amnistiada por Estanislau Figueres, primer presidente de la Primera República española (1873).