Tal día como hoy del año 1940, hace 81 años; en el contexto de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) el reichführer Heinrich Himmler —máxima autoridad policial del régimen nazi alemán— y Aureli Maria Escarré —abad de Montserrat— mantuvieron una tensa reunión que acabaría abruptamente y que provocaría una protesta diplomática de Berlin en Madrid. Aquella entrevista formaba parte del programa de visita oficial de Heinrich Himmler a Catalunya durante los días 23 y 24 de octubre de 1940.

El día anterior, Himmler se había entrevistado con los cabecillas franquistas responsables del aparato represor del régimen en Catalunya. Según la prensa de la época (La Vanguardia Española, edición del 24/10/1939), en el transcurso de aquella jornada se entrevistó con el capitán general Orgaz Yoldi; con el gobernador civil González Oliveros; con el jefe de la policía Reparaz Araujo; con el jefe de los servicios secretos del regimos Ungria Jiménez; y con el presidente del Audiencia Provincial Sánchez Cañete.

Según la versión oficial, la visita de Himmler a Montserrat tenía un carácter privado y estaba motivada por su interés personal en localizar la reliquia del Santo Grial, que sospechaba que podía estar oculta en algún rincón del monasterio. Pero las escenas que se produjeron en la explanada del monasterio, revelan que aquella visita —que se producía en un momento de extrema represión del régimen franquista en el pueblo de Catalunya— tenía otro objetivo.

El abad Escarré no acudió a la explanada a recibir a Himmler y su comitiva. Según la versión oficial, este gesto, que contenía un mensaje evidente, molestó profundamente a Himmler. Los documentos gráficos revelan que la comitiva nazi fue recibida por tres monjes y por una docena de vecinos de los pueblos de la montaña, reclutados a propósito, que no consiguieron caldear el gélido ambiente que presidía aquella recepción.

Finalmente, Himmler y Escarré mantuvieron una corta y tensa reunión en el interior del monasterio, pero los temas que trataron no trascendieron a la opinión pública. Después de visitar la basílica y ofrendar a la Moreneta; Himmler y su comitiva, visiblemente contrariados, retornaron a Barcelona. Pocos días después, el ministro de asuntos exteriores alemán Von Ribbentrop elevó una protesta a su homólogo español Serrano-Súñer; a propósito del trato que Escarré había dispensado a Himmler.