Tal día como hoy del año 1640, hace 381 años, en Barcelona, en el contexto de la Revolución de los Segadores (1640) y de la Guerra de Separación de Catalunya (1640-1652/59); se producía una réplica del Corpus de Sangre (7 de junio de 1640) que se saldó con varios asesinatos. Según el Dietari de la Generalitat, el tumulto se inició a primera hora de la mañana, cuando empezó a circular la noticia de que el barón de Espenan, general del ejército catalanofrancés, había entregado la plaza de Tarragona al marqués de Los Vélez —general del ejército hispánico— sin resistencia.

Según el mismo Dietari, estalló un sentimiento de indignación entre la población de Barcelona por lo que se consideraba una traición de Espenan. Hacía días que a Barcelona habían llegado las noticias de las masacres que Los Vélez había perpetrado contra la población civil catalana (armada o desarmada) en Tortosa, Xerta, Aldover, el Perelló, l'Hospitalet de l'Infant y Cambrils; que habían alimentado un sentimiento popular de odio profundo hacia los castellanos. A todo eso se sumaba el hecho de que Tarragona, en aquel contexto, era una plaza militar de una extraordinaria importancia estratégica.

Según el Dietari de la Generalitat, la turbamulta se dirigió a las casas de los jueces de la Real Audiencia Lluís Ramón, Rafel Puig y Joan Baptista Gori, y dice textualmente que: "se mogué un avalot per la present ciutat, cridant la gent: «muyren traydors». Y mataren ab grandíssim rigor tres jutges de la Audiència que des del die de corpus estaven amagats (...). Y aprés de haver-los morts y pagades moltas punyalades y escopetades, que no tenian figura, los lligaren una corda en lo coll hi·ls rossegaren per tota la ciutat (...) los penjaren per lo coll ab unas cordas de espart (...) hont los anaren a veurer moltíssima gent". ["se movió un tumulto por la presente ciudad, gritando la gente 'mueran traidores'. Y mataron con grandísima crudeza a tres jueces de la Audiencia, que desde el día del Corpus estaban escondidos (...). Y después de haberlos matado y pegado muchas puñaladas y escopetazos, estando desfigurados, les ataron una soga al cuello y los arrastraron por toda la ciudad (...), los colgaron del cuello con unas sogas de esparto (...) donde los fue a ver muchísima gente"].