Tal día como hoy del año 1833, hace 190 años, se inauguraba la Fàbrica Bonaplata, Rull, Vilaregut i Companyia, que sería la primera fábrica de la península Ibérica que utilizaría el vapor como fuerza motriz y, por lo tanto, la que daría el pistoletazo de salida de la Revolución Industrial en el sur de los Pirineos. La Fàbrica Bonaplata, también conocida como en "Vapor Bonaplata" fue construida entre 1832 y 1833 y fue emplazada en el barrio de El Raval (la zona industrial de la Barcelona de la época) en la esquina de las calles Tallers y Gravina.

A inicios del siglo XIX, la industria textil catalana ya estaba muy desarrollada. Las indianas de Barcelona, Reus o Mataró estaban en los estantes de las tiendas más lujosas de Europa y América. Y la pañería de "patacada" (de bajo precio y baja calidad) había inundado los mercados peninsulares. Para atender esa importante demanda, los industriales adquirían máquinas cada vez más grandes y más pesadas, que ya no podían ser movidas con la fuerza de las personas ni de los animales.

Ello había motivado el traslado de algunas fábricas junto a los cursos fluviales, para aprovechar la fuerza hidráulica. Pero las fábricas que seguían ubicadas en Barcelona no disponían de esa fuerza, y cuando los Bonaplata, Rull i Vilaregut se plantean crear una gran fábrica en la capital catalana, la dotan de unas innovadoras máquinas de vapor que hace escasamente veinte años que se utilizan en varios sitios de la Europa central e Inglaterra.

La iniciativa de los Bonaplata y de sus socios tuvo una repercusión social importante. Las clases proletarias de la ciudad y del llano de Barcelona lo interpretaron como un fenómeno que amenazaba sus puestos de trabajo y su supervivencia. Y se generó un movimiento hostil, que la historiografía ha denominado ludismo, y que —en el caso de la Bonaplata— culminaría con el incendio intencionado de la fábrica durante la Bullanga (la revuelta popular urbana anticlerical) del 25 de julio de 1835.