Tal día como hoy del año 1793, hace 231 años, en París, Charles-Henri Sanson, en ese momento verdugo oficial de la Convención (el gobierno de la Francia revolucionaria), y conocido popularmente con el sobrenombre de le Grand Sanson, ejecutaba con el sistema de la guillotina a Luis XVI, el quinto rey francés de la estirpe Borbón. Antes de esto, Luis XVI había sido detenido y encarcelado (agosto, 1792), acusado y procesado (diciembre, 1792 – enero, 1793) y condenado a muerte (15 de enero de 1793). La sentencia contra Luis XVI fue fallada por un tribunal y confirmada por la Asamblea (el Parlamento de Francia), que la ratificó por 366 votos a favor y 334 en contra.

Luis XVI había sido acusado y condenado por once cargos muy graves, entre los que destacaban: movilizar al ejército para impedir la reunión de los representantes y para atacar y causar la muerte de miles de ciudadanos que, en distintos actos, se habían manifestado a favor de la libertad, incumplimiento reiterado de la palabra dada a la Asamblea —prometiendo abolir el régimen feudal—, apropiación y despilfarro de los recursos públicos en fiestas inapropiadas por el contexto de grave crisis que vivía el país, uso fraudulento de fondos públicos para beneficio de su posición política y de la de sus amigos y aliados, y el acaparamiento y especulación de productos alimenticios (grano, azúcar y café).

Luis XVI fue guillotinando en la plaza que llevaba el nombre de su padre Luis XV, y que a partir de ese momento pasaría a llamarse plaza de la Revolución (actualmente es la plaza de la Concordia). Y el verdugo que precipitó la guillotina sobre su |nuca ya había trabajado anteriormente en ejecuciones ordenadas por el propio Luis XVI. Sanson era miembro de una estirpe de verdugos, que se transmitían el oficio y el cargo de padres a hijos. Los Sanson eran verdugos desde 1688 (en tiempos del reinado de Luis XIV), y lo serían hasta 1847 (durante las etapas de la Convención, el Directorio, el Consulado, el Primer Imperio Francés de Napoleón y la restauración borbónica).