Tal día como hoy del año 1940, hace 83 años, un pelotón militar del régimen franquista, fusilaba Agnès Jiménez Lumbreras, que durante la Guerra Civil Española (1936-1939) había formado parte del Servicio de Información Militar de la República (SIM), y había intervenido en la detección y neutralización de quintacolumnistas y de espías del bando rebelde infiltrados en la retaguardia republicana. Agnés fue fusilada en el siniestro paraje del Campo de la Bota, en el término municipal de Sant Adrià del Besos, donde, entre 1939 y 1949, el régimen franquista ejecutó a más de mil setecientas personas.

Cuando estalló el conflicto civil, Agnès (Madrid, 1915) era estudiante de tercer curso de Medicina en la Universidad de Madrid y se alistó como enfermera en las ambulancias que cubrían el trayecto entre el frente de guerra y los hospitales de la retaguardia. Posteriormente, ingresaría en el SIM y llegaría a Barcelona como agente del Ministerio de Gobernación en plena espiral de tensión entre los gobiernos de Catalunya y de la República, por una lado, y la CNT-FAI, por el otro, que culminaría con los Hechos de Mayo de 1937 y la derrota, persecución y exterminio de los anarquistas.

Agnès Jiménez obtendría una gran notoriedad al desarticular una red ilegal que facilitaba la huida de militares y de civiles hacia la zona rebelde. A finales de 1937 detectó a una agente rebelde, llamada Carmen Tronchoni, que había viajado a Barcelona para preparar la huida de varios individuos que estaban ocultos al consulado de Panamá, en Valencia. La misión de Tronchoni era coordinar la emisión de pasaportes falsos y la disponibilidad de coches para la huida en Francia, desde donde pasarían en la zona rebelde. Pero Jiménez se ganó la confianza de Tronchoni, e hizo caer toda la trama.

Tronchoni y los dos oficiales del ejército que pretendían pasar en la zona rebelde fueron juzgados y condenados a muerte por un tribunal republicano. Fueron ejecutados el 29 de marzo de 1938 en el castillo de Montjuïc. El resto de individuos que formaban parte de aquella trama (paramilitares, transportistas, falsificadores) fueron condenados apenas de trabajos forzados que iban de los seis a los treinta años. Pasados once meses, se produciría la ocupación franquista de la ciudad, pero Agnès Jimenez incomprensiblemente no se marcharía al exilio. Viviría discretamente hasta que, cinco meses después de la ocupación, el 21 de junio de 1939 fue detenida.