Tal día como hoy del año 1149, hace 876 años, las huestes de Ramón Berenguer IV —conde independiente de Barcelona y hombre principal de Aragón— y de Armengol VI —conde independiente de Urgell— entraban en la ciudad andalusí de Làrida, que, a partir de ese momento, pasaría a llamarse Lleida. La conquista de Lleida —la principal plaza demográfica, económica y militar del valle bajo del Segre— se producía tras un asedio de más de siete meses (marzo-octubre, 1149). Dicha operación era básica para asegurar el dominio sobre el territorio de Tortosa y el valle bajo del Ebro, conquistadas por los catalanes el año anterior (1148), y para disponer de una plataforma territorial que, en un futuro, permitiera la expansión territorial hacia el País Valencià.
Las conquistas de Tortosa (1148) y Lleida (1149) se impulsaron para impedir la salida al mar —a través del curso del Ebro— del reino de Aragón. En aquel momento, el rey Ramiro II de Aragón ya había firmado las Capitulaciones de Barbastro (1137), entregando en matrimonio a su hija y heredera Petronila al conde Ramón Berenguer IV, y las Confirmaciones de Ayerbe (1137), cediendo el gobierno del reino a su futuro yerno, quien, a partir de ese momento, se convertía en hombre principal de Aragón. Pero, aun así, Ramón Berenguer IV y su vasallo Armengol VI ocuparon estos territorios (que siempre habían estado en el foco proyectivo aragonés) para asegurar el proyecto catalán hacia el sur y evitar tentaciones expansionistas aragonesas.
La población musulmana de Lérida —principalmente formada por grupos indígenas islamizados durante los cuatro siglos largos de dominación andalusí (714-1149)— fue masivamente expulsada (excepto un pequeño grupo, que se convertiría en la comunidad morisca local) hacia los reinos taifas de València, Murcia y Granada. Aquella población ya no conservaba ninguna identidad que la conectara con el pasado romanovisigodo (anterior a la conquista árabe del siglo VIII) de religión cristiana y de lengua románica. Y el vacío que dejaron fue llenado por repobladores cristianos procedentes —principalmente— de los condados de Barcelona y de Urgell (territorios de Osona, Manresa, Berga, el Urgellet y la Cerdanya) y en menor medida de los condados del Pallars, la Ribagorça y el Sobrarbe.