Tal día como hoy del año 1981, hace 42 años, a las 18.20 horas, un grupo de 288 efectivos de la Guardia Civil, comandados por el teniente coronel de la Guardia Civil Tejero Molina y llegados en autobuses, asaltaban el Congreso de los Diputados, en Madrid. Aquella maniobra de secuestro pretendía ser la culminación de un golpe de estado iniciado unas horas antes, hacia las 14.00, cuando un grupo de efectivos camuflados de la Guardia Civil y de la Policía Armada (actual Policía Nacional) y de vehículos policiales de incógnito habían rodeado el edificio del Congreso. Aquel dispositivo policial, reveladoramente llamado Operación Jaula y dirigido por el teniente de la Guardia Civil Suárez Alonso, tenía el propósito de aislar el Congreso e impedir la llegada de ayuda desde el exterior.

Tejero Molina, después de desarmar el equipo de seguridad del Congreso (formado por un comisario y cuatro policías), irrumpió en el interior del hemiciclo blandiendo su revólver reglamentario y ante la mayúscula sorpresa de los miembros de la Mesa, ocupó el atril, disparó tres tiros en el aire y gritó: "¡Quieto todo el mundo!". En aquel momento se produjo un formidable alboroto en la cámara. Mientras que algunos diputados se ocultaron en medio de las butacas, el vicepresidente Gutiérrez Mellado —general del ejército— y el presidente del Gobierno Adolfo Suárez se enfrentaron con los guardias civiles que estaban al pie del atril, momento durante el cual Tejero Molina, que observaba la escena con atención, gritó de nuevo: Se sienten, coño!".

Mientras tanto, en el exterior, el coronel San Martín López y un destacamento de la división acorazada Brunete asaltaban los estudios de Televisión Española y de varias emisoras de radio de Madrid. Y poco después, el general Milans del Bosch —capitán general de la III Región Militar— ordenaba que todos los carros de combate destacados en los cuarteles de València ocuparan las calles de la ciudad. La situación general fue muy confusa, hasta que a las 22.10 horas, Jordi Pujol, president de la Generalitat, se dirigió a la ciudadanía catalana llamando a la calma. El president Pujol fue la primera autoridad política del estado español que lanzó un mensaje tranquilizador. Mucho antes, incluso, que el rey Juan Carlos I, que no aparecería hasta pasada la medianoche.