Tal día como hoy del año 801, hace 1.220 años, Lluís el Pietós —hijo de Carlomagno y heredero al trono de los francos— proclamó al magnate Berà (que en algunas fuentes aparece, también, como Bernat) como conde del nuevo distrito carolingio de Barcelona. Los francos habían entrado en la ciudad unos meses antes (el 3 de abril de 801), tras una rocambolesca operación de alianzas y traiciones que culminaría con una conquista incruenta. Después de un asedio que duró algunos meses, las élites de la comunidad de origen visigótico de Barcelona abrieron las puertas de la ciudad a los ejércitos carolingios.

Efectivamente, estas élites —emparentadas con la oligarquía militar árabe de la ciudad— habían tramado y negociado un traspaso del califato andalusí al Imperio carolingio que no alteraba el dibujo del poder local. Pero una serie de desavenencias de última hora, y cuando los ejércitos carolingios ya estaban a la vista de la ciudad, conjeron aquel proyecto al fracaso. Finalmente, y después de un asedio de algunos meses —y con la mediación de las comunidades judías locales de Girona y de Barcelona—, se abrieron las puertas y se produjo el cambio de poder, aunque no fue como se había previsto en un principio.

El nuevo poder carolingio, con la colaboración de las élites indígenas de la ciudad, desplazó totalmente la minoría árabe, representada en aquel momento por los Ruayni —de origen yemení pero mestizada con elementos locales—, que fue confiscada y expulsada. Y en su lugar|sitio situó las oligarquías indígenas que habían participado en la reconstrucción del pacto. Pero en la cima del nuevo poder local situó Berà, un magnate nacido en territorio carolingio, descendente del éxodo hispano-visigodo de la Tarraconense hacia el reino de los francos durante la conquista árabe (717-723).

Según la investigación historiográfica, Berà (o Bernat) era hijo del conde Guillem de Tolosa, primo del emperador Carlomagno; y de Cunegunda, descendiente del éxodo de las oligarquías de la Tarraconense en el país de los francos. Por este motivo, Berà —a los ojos del nuevo poder carolingio— era a quien mejor representaba la ideología de mestizaje y colaboración que habían proyectado desde el inicio de la conquista y la recuperación de la Marca de Gòtia (el territorio que se correspondía en los actuales Languedoc y Catalunya Vella). Entre 801 y 820, Berà ejerció, también, como marqués de Gòtia.