Tal día como hoy del año 1947, hace 76 años, en el monasterio de Montserrat, y en el marco de la fiesta de entronización de la Virgen de Montserrat, se produjo la primera manifestación catalanista desde la ocupación franquista del país (1939). Según diversas fuentes de la organización, en aquella concentración participaron entre 75.000 y 100.000 personas, situadas en la explanada y a los alrededores del monasterio, para asistir a la solemne colocación de la imagen de la Virgen de Montserrat en un trono nuevo. Según los mismos organizadores, fue "el primer movimiento de reencuentro colectivo y de reconciliación cívica después de la Guerra Civil española en Catalunya".

Aquella iniciativa surgió de un grupo de personalidades eclesiásticas y seglares que, en un durísimo contexto de descatalanización de la Iglesia catalana, crearon la Comisión Abat Oliba de defensa de la identidad catalana. Estas personalidades eran, entre otros, Aureli Maria Escarré, abad de Montserrat; Fèlix Millet, financiero, mecenas y, más tarde, fundador de Òmnium Cultural; Josep Benet, abogado e historiador, y más tarde, cabeza de lista del PSUC; Joan Raventós, estudiante, activista y, más tarde, cabeza de lista del PSC; o Jordi Bonet, arquitecto, promotor del movimiento escultista y, más tarde, director de las obras de la Sagrada Familia.

La Comisión, con el pretexto de popularizar el acontecimiento, tejió la primera red de país después de la Guerra Civil, con delegaciones comarcales, locales, parroquiales y sectoriales, de gremios profesionales y patronatos católicos, que reunía miles de catalanes y catalanas. Se editaron y distribuyeron miles de programas de actos en catalán y el día de la celebración se hizo uso público y multitudinario de la lengua catalana por primera vez desde la ocupación franquista del país y se leyeron mensajes de muchos catalanes exiliados, como Pau Casals. El discurso del ministro Martín Artajo, en castellano, quedó ahogado cuando la multitud, espontáneamente, entonó el Virolai.

Durante el acto, Joan Espinet y Manuel Fontic, militantes del Front Nacional de Catalunya, colgaron una enorme senyera en la roca que la policía franquista no pudo descolgar hasta el día siguiente. También, al día siguiente, el régimen franquista destituía de forma fulminante al gobernador civil de Barcelona, el coronel Bartolomé Barba Hernández, amigo personal de Franco, pero muy cuestionado por decisiones anteriores: en 1946 había autorizado, de nuevo, las actuaciones del Orfeó Català y había legalizado el Sometent para perseguir a los maquis.