Tal día como hoy del año 1284, hace 738 años, delante de las costas de Nápoles se libraba un combate naval entre la armada catalana, comandada por el almirante Roger de Llúria; y la flota naval del reino de los Anjou napolitanos, dirigida por el príncipe Carlos de Salerno, denominado el Cojo. Aquella batalla se decidió a favor de los catalanes; tanto por la pericia de Roger de Llúria como por la ferocidad en combate de los almogávares catalanes. Según las fuentes documentales, Roger de Llúria situó las galeras catalanas delante de la ciudad de Nápoles, provocando la salida en tromba de la armada angevina. Pero cuando parecía que el único propósito de los catalanes era provocar y escapar; Roger de Llúria ordenó parar, virar y embestir las naves angevinas.

Según las mismas fuentes, en la maniobra de abordaje, los catalanes fueron muy superiores. Los belicosos almogávares catalanes ocuparon, rápidamente, las cubiertas de las naves enemigas; y los caballeros angevinos, poco acostumbrados al combate cuerpo a cuerpo, murieron casi sin presentar batalla o se escaparon tirándose en el mar. Al cabo de pocas horas, la mayoría de las naves angevinas estaban ardiendo, habían sido hundidas o habían quedado en poder de los catalanes. Incluso, la nave capitana angevina fue capturada por los catalanes, y su comandante en jefe, Carlos el Cojo, fue hecho prisionero. Estaría recluido en varias prisiones catalanas y aragonesas, hasta que pasados cinco años (1289) fue liberado después de que la cancillería napolitana firmara una tregua.

El resultado de aquella batalla y del cautiverio del Cojo, que el partido angevino de Nápoles pretendía coronar como rey de las Dos Sicílias; rompería, definitivamente, el equilibrio de fuerzas entre catalanes y franceses por el dominio del Mediterráneo occidental. Después de la Batalla de Nápoles, el liderazgo catalán en el mar se consolidaría; y la cancillería de Barcelona, de forma directa o indirecta, pasaría a tener el control sobre Malta, Sicilia, Yerba, Cerdeña y Córcega. Sería durante los reinados de Alfonso II, Jaime II, Alfonso III y Pedro III (1285-1387) que la Corona catalanoaragonesa, liderada por el Principat de Catalunya, sería la primera potencia militar y económica del Mediterráneo y uno de los Estados más poderosos del continente europeo.