Tal día como hoy del año 1611, hace 413 años, en València, moría Juan de Ribera (Sevilla, 1532), arzobispo de Valencia y patriarca de la diócesis latina de Antioquía (ciudad ocupada por los otomanos). Además, entre 1602 y 1604, coincidiendo con su pontificado, había sido virrey hispánico del reino de Valencia, con lo cual, durante aquel tiempo, había sido no tan solo la máxima autoridad religiosa del país (1568-1611), sino también la máxima autoridad política y militar delegada de la monarquía hispánica (1602-1604). También, durante su pontificado, había fundado el Real Colegio del Corpus Christi, con la misión de formar el clero para perseguir el protestantismo y el islam.

Pero Juan de Ribera pasaría a la historia como el ideólogo que tramó y ejecutó la expulsión de los moriscos valencianos. En 1609 consiguió que el rey hispánico Felipe III firmara la orden de expulsión de la población morisca valenciana, concentrada, principalmente, en las comarcas interiores del país y que, en aquel momento, representaba una tercera parte de la población valenciana. Entre 1609 y 1612, en el País Valencià, 120.000 personas fueron desahuciadas de sus casas y de sus tierras, conducidas a la fuerza hasta los puertos de Vinaròs, el Grau de València y Dénia, y embarcadas hacia el norte de África.

La expulsión de los moriscos valencianos es considerada la peor crisis humanitaria del siglo XVII europeo. Los Tercios de Castilla nunca protegieron las columnas de moriscos que eran conducidas a los puertos del Mediterráneo y que fueron asaltadas por cristianos viejos. La monarquía hispánica nunca se preocupó por los armadores norteafricanos que tenían que transportar a los moriscos valencianos y se produjeron desestibas de pasaje en alta mar. Y los supervivientes que llegaron al Magreb tuvieron que luchar contra la población indígena que les quería exterminar porque los consideraba un competidor económico.