Tal día como hoy del año 1534, hace 490 años, en Roma, el papa Clemente VII, también conocido como el papa Médici, por su origen familiar, desestimaba definitivamente la petición de divorcio que le había enviado el rey Enrique VIII de Inglaterra y amenazaba al rey inglés con que si persistía en su actitud, lo excomulgaría. Los divorcios entre parejas del estamento real eran, generalmente, aceptados por las mismas razones políticas que habían impulsado la unión matrimonial previa. Pero en el caso de Enrique y Catalina, el papa Médici dictaminó en contra por las presiones que había recibido de Carlos de Gante (el sobrino de Catalina), que pretendía mantener Inglaterra en un plano de subordinación política y económica con respecto a la monarquía hispánica.

Catalina siempre jugó un papel de puente entre las cancillerías inglesa e hispánica. Había sido desposada con Arturo, príncipe de Gales y hermano mayor del futuro Enrique VIII (1501-1502). Pero la muerte prematura de su marido no la había alejado de Inglaterra. Mientras no se acordó su matrimonio con su cuñado Enrique, hizo las funciones de embajadora hispánica en Londres (1502-1509) y —según su padre, Fernando el Católico— lo hizo a plena satisfacción de la cancillería a la que representaba. Tras ser casada con Enrique, siguió manteniendo y alimentando este vínculo, que ponía de manifiesto la sumisión inglesa a la monarquía hispánica, en ese momento la primera potencia del mundo.

Por lo tanto, ese divorcio tenía un propósito claramente político. Los Tudor (Enrique VIII y Enrique VIII) habían invertido grandes esfuerzos en construir una extraordinaria marina de guerra, con el objetivo de romper ese vínculo. Y el divorcio de Enrique y Catalina escenificaba dicha ruptura. Pero ambas partes prepararon conscientemente el conflicto con el vestuario de una crisis religiosa, y la postura del papa Médici precipitó la separación de la iglesia de Inglaterra y el nacimiento del anglicanismo como confesión religiosa. Enrique se divorciaría de Catalina a finales de 1533. Y el 7 de enero de 1534, el parlamento inglés votaba a favor del divorcio y declaraba "el rey es el único jefe supremo en la tierra de la Iglesia de Inglaterra".