Tal día como hoy del año 1640, hace 383 años, en Ceret (condado de Rosselló, Principat de Catalunya), se reunían los representantes de los gobiernos catalán y francés y pactaban unos acuerdos mínimos de colaboración, que serían denominados Pacto de Ceret, y que marcarían el inicio de la Guerra de Separación de Catalunya (1640-1652/59). Aquellos pactos fueron negociados y firmados por Ramon de Guimerà y Francesc de Vilaplana (sobrino del presidente de la Generalitat Pau Claris) y por Armand du Plessis (sobrino del cardenal Richelieu, ministro plenipotenciario de la monarquía francesa). Por ello, este tratado fue denominado "Pacto de los sobrinos".

Aquel pacto fue iniciativa personal del president Claris, y se produjo tres meses después del Corpus de Sangre (7 de junio de 1640), inicio de la Revolución de los Segadores y punto culminante de la crisis catalanohispánica originada por los crímenes que la soldadesca hispánica había cometido contra la población civil catalana. La jornada del Corpus de Sangre se había saldado con la muerte del virrey hispánico y de varios jueces de la Real Audiencia. El presidente Claris había ordenado una investigación, pero todo apuntaba a un crimen de falsa bandera. El 3 de septiembre de 1640, el rey hispánico Felipe IV declaraba formalmente la guerra a Catalunya, entre otras cosas, “por haber dado muerte al virrey”.

No obstante, en aquel momento, los representantes políticos catalanes todavía albergaban la esperanza de que el rey hispánico retrocedería y ordenaría la retirada de los Tercios de Castilla que, con el pretexto de la guerra contra Francia (1635-1659), ocupaban Catalunya. La investigación del profesor Simón i Tarrés, de la UAB, revela que la cancillería hispánica estaba dividida, pero finalmente se impuso el ala dura, liderada por el conde-duque de Olivares, y la guerra se volvió inevitable. En noviembre de 1640, 25.000 tercios comandados por el sanguinario marqués de los Vélez ocuparon Catalunya con el propósito de convertirla en una provincia de Castilla.

Pero fueron derrotados en Montjuïc por el ejército catalanofrancés (26 de enero de 1641), que había sido formado poco antes en virtud del Pacto de Ceret. El 19 de septiembre de 1641, Catalunya y Francia firmaban el Pacto de la Péronne, que era la confirmación de los pactos de Ceret. En la Péronne se confirmaba que Catalunya era un país independiente, pero que compartía la figura del soberano con Navarra y Francia en la persona del rey Luis XIII. En él se decía que los lugartenientes del rey francés tendrían un poder limitado y serían simples representantes de la corona subordinados a los Brazos Estamentales. Y se decía que los condados de Rosselló y Cerdanya nunca serían sustraídos de Catalunya.