Tal día como hoy del año 236 a.C., hace 2.461 años, en Roma, nacía Publio Cornelio Escipión, que, posteriormente —con el hermano Cneo— sería uno de los dos generales que iniciaría la conquista romana de la península Ibérica. En el año 218 a.C., en el marco de las guerras púnicas que enfrentaban a Roma y Cartago por el dominio de la mitad occidental del Mediterráneo, fue enviado a la península Ibérica, dirigiendo un potente ejército que tenía la misión de cortar el suministro de tropas y de comestibles a la vanguardia cartaginesa que avanzaba por tierra hacia la península italiana. Escipión y sus tropas desembarcaron en Empúries (218 a.C.) y en aquel momento la vanguardia cartaginesa, dirigida por el general Aníbal, ya había cruzado los Pirineos y se dirigía hacia el río Ródano.
Poco después del desembarque se dirigió hacia el sur. Durante su trayecto atravesó, sin ninguna dificultad, los territorios de las naciones norte-ibéricas de los indigetes (actuales Empordà y la Selva), de los layetanos (actuales Maresme, Barcelonès y Baix Llobregat) y de los cosetanos (actuales Penedès y Campo de Tarragona). Estas naciones eran aliadas de Roma y, no tan solo le facilitaron el desembarque (en Emporiae, ciudad mixta griega e indígena), sino que, también, el tráfico hacia la desembocadura del río Ebro (objetivo inicial de Escipión para crear un gran cuartel militar). Pero, a medio camino, encontró un emplazamiento natural de gran valor estratégico que le permitía construir el cuartel sobre una colina elevada y, al mismo tiempo, disponer de un puerto natural para proveerse.
Este emplazamiento estaba en la cima de la colina sobre la que se edificaría el gran cuartel militar romano de Tarraco, posteriormente convertido en ciudad y capital administrativa de la provincia Tarraconense (en tiempo de Augusto, 27 a.C.). Tradicionalmente, se había pensado que Escipión había emplazado su cuartel sobre una colina yerma y despoblada, pero la investigación arqueológica moderna ha revelado que sobre aquel espacio ya había una pequeña ciudad norte-ibérica, denominada Tarakon, que sería el origen del topónimo romano Tarraco. A pesar de las buenas relaciones entre romanos y cosetanos, Escipión ordenó la expulsión y el traslado de la población norte-ibérica de la colina a otra pequeña ciudad situada a unos dos kilómetros al oeste, en el arenal del río Francolí, denominada Kesse, y sobre aquel espacio elevado edificó la Tarraco romana.